Sistema político patriarcal en el municipio de Xicohtzinco, Tlaxcala, y los desafíos de las mujeres en la construcción de la democracia paritaria

Thalia Razo Romero[1]

 Dedicado a todas las mujeres, jóvenes y niñas de mi municipio, Xicohtzinco, Tlaxcala, que han sido invisibilizadas, para quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular, para las rebeldes que se cuestionan el orden y estructura político-social que las rodea, para todas ellas: nunca se detengan, siempre crean en su capacidad y su fortaleza, comprendan que no hay una causa racional, natural o legal que nos deba subordinar a los hombres.

 

Resumen. El artículo tiene como objetivo establecer el panorama de la participación política de las mujeres en el municipio de Xicohtzinco, Tlaxcala. Se evidencia su escasa y discontinua participación en el ayuntamiento y en las candidaturas a la presidencia municipal, lo que refleja la cultura patriarcal impregnada en el sistema político municipal, el cual teje estructuras de poder que impiden el ascenso de las mujeres en los espacios públicos de la demarcación. Se concluye que la paridad ha sido un medio legal para asegurar el aumento cuantitativo de las mujeres en cargos, principalmente en regidurías y sindicaturas; sin embargo, no ha sido suficiente para garantizar la igualdad sustantiva en el proceso electoral. Se resaltan las consecuencias de que los partidos políticos sólo cumplan con las cuotas de género y la responsabilidad que tienen en la construcción de la democracia paritaria. Además, se puntualizan los obstáculos que atraviesan las mujeres en el ejercicio de sus derechos políticos y la perspectiva de los varones al respecto. Para ello, se realizaron entrevistas a profundidad con diversos actores políticos de la comunidad y se aplicaron encuestas a mujeres que habitan la comuna. Asimismo, se revisaron artículos de investigación, revistas científicas, noticias, libros y diversos archivos que contienen datos electorales y acuerdos del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones.

Palabras clave: paridad, elecciones, igualdad sustantiva, democracia paritaria, patriarcado. 

El 2024 fue un año histórico para la lucha de los derechos políticos de las mujeres: por primera vez una mujer se convirtió en presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. A lo largo de la historia de nuestro país y del mundo, las mujeres han librado una ardua batalla legal, social y cultural para ser reconocidas como iguales y poder obtener los mismos derechos políticos que los hombres. A pesar de que han ganado espacios dentro del espectro público y en la actualidad contamos con gobernadoras, diputadas, senadoras y una presidenta de la República, aún existe un largo camino para consolidar la igualdad en las contiendas electorales municipales.

En México, a partir de la reforma constitucional al artículo 35 fracción II, que tuvo lugar en 2019, se reconoce como derecho de la ciudadanía ser votada en condiciones de paridad; esto garantiza que las mujeres ocupen 50% de las candidaturas propuestas por los partidos políticos; es decir, la igualdad se mide cuantitativamente y no cualitativamente, puesto que no asegura que en el proceso de la contienda las mujeres cuenten con las condiciones necesarias para ganar una elección y ocupar un puesto de elección popular; esta circunstancia se avizora fervientemente en los municipios del país.

Los municipios son la célula político-social más cercana a la gente y es donde las estructuras patriarcales juegan un papel en contra de las candidatas a las alcaldías. Muchas veces los partidos políticos cumplen con registrar candidatas en un determinado municipio para cumplir con lo que conocemos como “cuotas de género”, pero después no les brindan apoyo alguno. Los ataques verbales, digitales, la intimidación, la violencia política de género y las “obligaciones” del hogar que viven y se le imponen a las candidatas a presidentas municipales son una muralla que impide el libre ejercicio de sus derechos políticos y que no permiten un acceso igualitario al poder público. Este trabajo analiza la influencia del patriarcado en la política municipal, en las relaciones estructurales de poder y cómo afectan la consolidación de la democracia paritaria. En particular, abordo mi experiencia como candidata a la alcaldía del municipio de Xicohtzinco, Tlaxcala. 

1.     La democracia paritaria

Para entender la democracia paritaria, es importante comprender qué es la paridad y su relación con la igualdad. La paridad se concibe como un dispositivo político para garantizar la participación equitativa de hombres y mujeres en el ejercicio del poder. Este enfoque nos ayuda a ampliar la calidad de la democracia representativa y pone en evidencia el carácter sistémico de la exclusión de las mujeres en la política, que se asienta en un ejercicio patriarcal del poder público. 

Los poderes fácticos, el poder político, en general todos los poderes de decisión, son negados a las mujeres. El poder político es masculino y patriarcal; masculino porque alrededor de 90% de los individuos que están al frente de todas las instituciones son varones, y patriarcal, porque ese 90% de varones toma decisiones políticas e imponen normas en el marco de un sistema de dominación patriarcal que consagra su hegemonía sobre las mujeres. En este sentido, la paridad se define como “un proceso estratégico de lucha contra la dominación masculina” (Cobo en Montero, 2022, p. 21).

La democracia paritaria tuvo como punto de partida la búsqueda de una representación política equitativa entre mujeres y hombres; entonces, la paridad fue percibida como una ampliación de la democracia, ya que cuestionó las limitaciones de la ciudadanía de las mujeres y ponía de manifiesto el carácter restringido, parcial y excluyente del sistema democrático (Zabala en Montero, 2022). Los fines de la democracia paritaria conllevan el establecimiento de un nuevo contrato social y una nueva forma de organización de la sociedad basada en la búsqueda de un equilibrio entre hombres y mujeres en el que ambos contraigan responsabilidades compartidas no sólo en la vida pública, sino también en la vida privada.

Debemos entender que sin paridad y sin democracia paritaria no existirán verdaderas representaciones de la agenda de la mujer dentro de los espacios públicos, puesto que no se puede esperar que sus demandas y proyectos sean atendidos de forma indirecta a través de mediadores que en su mayoría son hombres; es decir, esperamos que sus necesidades y prioridades sean resueltas por el sexo que nunca ha experimentado sus realidades y que estas sean tomadas como prioridades dentro de la agenda pública. Es improbable que esto ocurra mientras las mujeres no estén representadas por mujeres.

No podemos concebir la igualdad sin la paridad, ya que para lograr la igualdad sustantiva es necesario que las mujeres cuenten con el mismo porcentaje de representación en los espacios públicos. La idea de igualdad es una idea de la modernidad y significa que los diferentes valen lo mismo, que tienen que ser tratados con la misma dignidad, que tienen los mismos derechos y que, siendo diferentes, inclusive en algunos casos, hay que buscar caminos distintos, para llegar a los derechos iguales (Bareiro, 2016, p. 25).

2.     La igualdad sustantiva y el patriarcado 

Ustedes se preguntarán: ¿qué es y para qué sirve la igualdad sustantiva? El objetivo de la igualdad sustantiva es lograr que las mujeres y los hombres gocen de los mismos derechos sin perjuicio del género. Uno de sus propósitos es que la igualdad pueda llevarse a cabo en la vida real y que no quede en texto muerto dentro de una Constitución. Así, podemos distinguir entre igualdad formal, siendo aquella que se encuentra dentro de cuerpos normativos, y la igualdad sustantiva, la cual exige al Estado que proporcione los mecanismos y estructuras necesarias para que las mujeres puedan acceder y ejercer sus derechos de la misma manera que lo haría un hombre: sin obstáculos, sin barreras, sin violencia, sin acoso y sin ningún tipo de intimidación. La primera es criticada porque opera sólo en un plano formal/institucional, y lo que la sociedad demanda es una igualdad sustantiva o material, es decir, que permee, que se materialice en la vida cotidiana con hechos y no sólo en texto.

Los estados democráticos actuales han alcanzado un gran nivel de igualdad formal, pero este mecanismo no parece suficiente para deshacer algunas desigualdades e injusticias que las mujeres sufren (Cano, 2017, p. 57). El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (1988 y 1989) puntualizó que para lograr la igualdad sustantiva se requiere que la mujer tenga las mismas oportunidades y que disponga de un entorno que le permita conseguir la igualdad de resultados; para lograrlo, es necesario una redistribución de los recursos y el poder entre el hombre y la mujer (Montero, 2022).

Sin embargo, esto no es una tarea sencilla, pues como bien nos los ha enseñado la historia, transformar nunca ha sido una tarea fácil, y transformar el poder, las estructuras que lo sostienen y la supremacía del ejercicio de dicho poder por el hombre, no será simple. Esto debido a que la mayoría de las mujeres viven en un sistema de dominación llamado patriarcado.

Dolors Reguant (1996) define el patriarcado como “la forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la autoridad y liderazgo del varón en la que se ejerce un predominio de los hombres sobre las mujeres. Es el resultado de una toma de poder histórico por parte de los hombres, creando un orden simbólico de subordinación de la mujer en el ámbito privado y público” (Varela, 2013, p. 146).

Es necesaria una reflexión profunda de los lectores y las lectoras sobre el entorno en el que se desenvuelven, sobre las formas de relacionarse con otros y otras, puesto que la estructura social y gubernamental están construidas y funcionan con lógicas y prácticas patriarcales. Así, ciertas posiciones niegan la posibilidad de implementar políticas de despatriarcalización, ya que esto implicaría la presencia de mujeres en los espacios de poder que siempre han estado reservados para hombres; esto llevaría a replantearnos la estructura actual del ejercicio del poder en el ámbito privado y público; en resumen, quedaría en duda la subordinación de lo femenino a lo masculino. 

3.     La despatriarcalización

¿Por qué, en una sociedad donde más de 50% de la población está constituida por mujeres, ellas continúan enfrentando las mayores dificultades para acceder a los espacios de poder? Resulta contradictorio afirmar que México es un Estado con un régimen de gobierno basado en la democracia representativa, cuando excluye de la toma de decisiones a la mayoría de su población. No puede existir una verdadera democracia representativa sin la participación efectiva de las mujeres. Afortunadamente, contra el patriarcado existe la despatriarcalización.

El feminismo del siglo xxi requiere de nuevas formas de concebir lo masculino, pues las múltiples violencias que enfrentan las mujeres evidencian la necesidad de cuestionar la masculinidad que sustenta las relaciones de poder.

Este siglo tiene que ser el momento histórico en el que al fin, los hombres, o como mínimo un número significativo de ellos, se interroguen críticamente sobre su género e inicien un proceso de transformación, personal y político, sin el que no se podrá lograr la igualdad sustantiva (Salazar, 2019, p. 23).

Salazar identifica cuatro posibles actitudes de los hombres frente a la masculinidad: 

1)  Reacción patriarcal: en el grado más elevado de continuidad de la cultura machista, se encuentran aquellos hombres que resisten los avances de las mujeres, adoptando una postura reactiva frente a los cambios hacia la igualdad.

2)  Aceptación pasiva del statu quo: en esta actitud se encuentran los hombres que posponen roles y estereotipos tradicionales, no cuestionan el orden establecido debido a que obtienen múltiples beneficios de él y, en ocasiones, sin ser conscientes, reproducen las actitudes patriarcales.

3) Cuestionamiento emergente: este grupo está constituido por hombres más jóvenes que empiezan a cuestionarse su rol tradicional, gracias a un ejercicio de paternidad corresponsable.

4) Compromiso feminista: en el nivel más avanzado de compromiso igualitario estaría el grupo todavía reducido de hombres que no sólo han iniciado un proceso de transformación personal, sino que también han asumido un compromiso público en sentido feminista (2019, p. 24).  

El autor brinda un profundo análisis de las posibles causas por las que el patriarcado continúa perpetuándose en las sociedades actuales, resaltando la conservación de privilegios que les brinda este sistema a los varones; motivo por el cual, se niegan a una reconstrucción del pensamiento patriarcal. Las nuevas masculinidades son necesarias para generar espacios seguros donde las mujeres puedan ejercer sus derechos en igualdad de oportunidades, y sin duda, es un arma poderosa para su acceso a los espacios públicos, libres de obstáculos y de violencias de cualquier tipo, es una herramienta para la construcción de la democracia paritaria. 

4.      La lucha por el derecho de las mujeres a votar y ser votadas en el ámbito internacional

A través de los años, el género ha funcionado como una estructura fundamental de las relaciones de poder, consolidándose como facilitador que otorga significado a dichas dinámicas. Esta construcción ha asociado lo fuerte y superior con el hombre, a quien se reserva la participación en el espacio público, y lo débil e inferior a la mujer, quien sólo puede permanecer en el espacio privado (Báez y García, 2023, p. 30).

Los movimientos de las mujeres se han caracterizado por avanzar de manera paulatina en el espacio público; a mediados del siglo xix, en el Reino Unido, surgió el sufragismo, el cual demandó el reconocimiento de los derechos de las mujeres a la educación, al trabajo remunerado y al sufragio. En 1866, con el apoyo del filósofo y legislador John Stuart Mill, las sufragistas inglesas Emily Davies y Elizabeth Garrett hicieron llegar una solicitud de derecho al voto para las mujeres, respaldada por 1,499 firmas de sufragistas a la Cámara de los Comunes, pero no tuvieron respuesta positiva (Báez y García, 2023). 

En algunos países, las mujeres lograron el derecho al voto hasta el siglo xxi, circunstancia que se extendió por todo el mundo, siendo Islandia en 1882 y Nueva Zelanda en 1886 los primeros países en otorgar el derecho al sufragio de las mujeres, incluso antes que el Reino Unido y Estados Unidos. Al paso de los años se logró el reconocimiento de los derechos al voto y a la educación en todas las naciones de Occidente. Entre 1900 y 1960, un total de 110 países de Europa, América, Asia y África reconocieron el ejercicio del voto de las mujeres; y otras 67 naciones lo hicieron entre 1961 y 2002, siendo Kuwait, Montenegro y Emiratos Árabes Unidos los casos más recientes (Báez y García, 2023, p. 35).

Sin duda, el sufragismo fue clave para la consolidación de los derechos políticos de las mujeres. En el siglo xx, se impulsaron movimientos que hicieron importantes aportaciones al entendimiento del género; así, en 1949, Simone de Beauvoir escribió: “No se nace mujer, se llega a serlo”. Esta frase es emblemática, puesto que visibilizó el género como una construcción social, pues no hay nada biológico ni natural que explique la subordinación de las mujeres.

Báez y García (2023) mencionan también que el avance de la lucha sufragista y de las olas feministas, que ha vivido la historia de los derechos políticos de las mujeres, se da con el reconocimiento del feminismo en diversos países y organizaciones internacionales, siendo la Organización de las Naciones Unidas (onu) la primera en reconocerlo. En 1946, la onu creó la Comisión Sobre el Estatus de las Mujeres; en 1975 tuvo lugar en Ciudad de México la I Conferencia Mundial de la onu Sobre la Mujer; en 1980 se desarrolló en Copenhague la Conferencia Internacional Mundial Sobre la Mujer; en 1985 tuvo lugar en Nairobi la Conferencia Mundial Para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, y en 1995 se realizó la iv Conferencia Mundial de Mujeres de las Naciones Unidas, en Beijing (p. 36).

Algo muy interesante ocurrió en la década de 1990, cuando Dahlerup y Moreno (1993) desarrollaron el concepto de masa crítica y se cuestionó sobre los efectos que tendría en las mujeres pasar de ser una pequeña minoría en los parlamentos a tener entre 25% y 35% de los escaños. Su análisis concluyó que alcanzar ese porcentaje significaría un cambio cualitativo en las dinámicas de poder. Definieron, asimismo, la masa crítica como un incremento en la cantidad relativa de mujeres, señalando que su presencia en una cantidad suficiente generaría un cambio cualitativo en las relaciones de poder. Este cambio permitiría, por primera vez, que la minoría femenina aprovechara los recursos de la organización o de la institución para mejorar su propia situación y la de su grupo (Dahlerup y Moreno, 1993).

A partir de esta premisa, y como estrategia para aumentar la presencia de las mujeres en los parlamentos, nacen las famosas “cuotas de género”. A pesar de que la escuela escandinava avanzaba y se cuestionaba sobre la importancia de la presencia de mujeres de forma obligatoria en los espacios de poder, en México los derechos políticos de las mujeres progresaron lentamente. 

5.     México y las mujeres en los espacios públicos

La adopción del modelo de democracia paritaria en México inició formalmente en 2014, por medio de una reforma constitucional que obligó a los partidos políticos a postular de manera paritaria sus candidaturas a los congresos federales y locales; es decir, cada partido político tenía la obligación de que 50% de candidaturas a diputaciones locales fueran para mujeres. Las disposiciones en materia de paridad son resultado de un gran recorrido y representan el mayor avance en la ciudadanización de las mujeres en México.

Los estados de San Luis Potosí (1923), Tabasco (1925) y Chiapas (1925) fueron los primeros en reconocer el derecho de las mujeres al voto. En las dos primeras entidades, las reformas fueron derogadas al poco tiempo, pero en Chiapas perduraron y fue el único estado en el país que desde ese momento garantizó el derecho de las mujeres a votar y a ser votadas (Galeana, 2014, p. 37).

Aunque en Yucatán no hubo reformas, fue el primer estado en el que las mujeres ocuparon espacios de representación popular, dando cuenta que entre 1922 y 1924, tres mujeres lograron un espacio en el Congreso de aquella entidad, y una mujer fue regidora en el municipio de Mérida. Posteriormente, en el estado de Guerrero, una mujer fue presidenta municipal interina de Chilpancingo entre 1936 y 1937 (Galeana, 2014, p. 38).

La reforma constitucional de 1953 garantizó a las mujeres la ciudadanía plena, lo que sentó las bases para que pudieran votar, ser candidatas en todos los niveles y tener los mismos derechos políticos que los hombres. Por primera vez, en octubre de 1955, las mujeres mexicanas ejercieron el voto en elecciones federales, recordando que se les había concedido el derecho al voto a nivel municipal desde 1947 (Galeana, 2014).

En 1955, ingresó la primera mujer electa como legisladora a la Cámara de Diputados; en 1964, por primera vez, fueron electas dos mujeres como senadoras; en 1979, fue electa la primera mujer a una gubernatura, y en 1988, se postuló la primera candidata para la presidencia de la República (Báez y García, 2023, p. 107).

Aunque constitucionalmente, a partir de 1953, se había reconocido el derecho de la mujer de votar y ser votada, la realidad era otra, pues en la práctica las mujeres no gozaban de condiciones de igualdad en la participación política. No fue sino hasta 1993 cuando el sistema electoral mexicano impulsó la participación política de las mujeres con la reforma al Código Federal de Instituciones Políticas y Procesos Electorales, el cual estableció que los partidos políticos nacionales debían promover una mayor participación de las mujeres en la vida política del país a través de su postulación a cargos de elección popular. Sin embargo, estas fueron meras recomendaciones, sin que tuvieran un carácter obligatorio (Pechard, en Báez y García, 2023).

En 1996, se introdujo en México el sistema de cuotas de forma obligatoria para los partidos políticos nacionales, en los cuales se les obligaba a postular 30% de mujeres a las candidaturas a diputaciones y senadurías. En 2008, una nueva reforma definió que no podían postularse más de 60% de las candidaturas a diputaciones y senadurías a un mismo género, por lo cual le garantizaba 40% de candidaturas a mujeres (Báez y García, 2023, p. 109).

En 2014, se llevaron a cabo varios cambios en la legislación electoral, mismos que tuvieron lugar en el marco del Pacto por México, impulsados por los tres principales partidos políticos de la época, el Partido Revolucionario Institucional (pri), el Partido Acción Nacional (pan) y el Partido de la Revolución Democrática (prd); en ese año se introdujo la paridad de género a nivel constitucional; se transitó de una cuota de 40% a la paridad 50-50 para las candidaturas legislativas por principio de mayoría relativa y principio de representación proporcional a nivel nacional y estatal (Báez y García, 2023); además, se estableció que tanto propietarios como suplentes debían ser del mismo género, con la finalidad de evitar las malas prácticas en las que se incurrían de colocar como propietaria de la candidatura a una mujer y al suplente hombre para después hacer renunciar a la mujer.

Finalmente, en 2019, la paridad se planteó como un principio constitucional transversal en México. La reforma conocida como paridad total extendió este principio a las candidaturas de todos los cargos de elección popular, y lo estableció para las designaciones en los cargos directivos de los tres Poderes de la Unión y de los organismos autónomos, en los tres niveles de gobierno; lo que ha constituido uno de los más relevantes e históricos momentos para la democracia y las mujeres en México (Vázquez, 2019).           

6.      Tlaxcala, las mujeres y el poder

Tlaxcala es uno de los estados que conforman la República Mexicana, ubicado en el centro del país, se divide en 60 municipios (inegi, 2020b). La historia de la participación política de las mujeres en este estado no se diferencia mucho de la del resto del país, donde se incorporó de manera tardía su acceso al poder. La participación de las mujeres en la política ha sido constante desde el siglo pasado, pioneras como María de la Luz Rebeca Torres Ortega, primera presidenta municipal de Tlaxcala capital (1956), María de los Ángeles Grant Munive, primera diputada local (1965) y federal por Tlaxcala (1970), y Beatriz Paredes Rangel, primera gobernadora de la entidad (1987), son prueba de ello. Es importante resaltar que a partir de María de los Ángeles Grant Munive, y hasta 1995, sólo hubo una mujer por cada legislatura (Higueras y Muñoz, 2024).

Desde 1857, la gubernatura ha sido ocupada por 46 personas, de ellas solamente dos mujeres han ostentado dicho cargo: Beatriz Paredes Rangel, quien fue elegida para el periodo 1987-1992, y Lorena Cuéllar Cisneros, quien se encuentra actualmente en el cargo (Observatorio de Participación Política de las Mujeres en Tlaxcala, 2024). Conviene remarcar que Tlaxcala fue la segunda entidad federativa en todo el país donde una mujer llegó a la gubernatura, sólo después de Griselda Álvarez Ponce de León en Colima (1979). En las elecciones locales de 2021, Lorena Cuéllar Cisneros obtuvo la victoria electoral mediante la coalición Juntos Haremos Historia, integrada por Morena, pvem (Partido Verde Ecologista de México), pt (Partido del Trabajo), panalt y pest, convirtiéndose en la segunda mujer que ocupa ese puesto (Higueras y Muñoz, 2024).

A pesar de que sólo dos mujeres han logrado ser gobernadoras, existe el registro de varias candidatas que se postularon para este cargo: en 1992, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (parm) apoyó a Teresita Castillo Tzompantzi; en 2004, María del Carmen Ramírez fue abanderada del prd y Movimiento Ciudadano (mc). En 2010, el pan, el Partido Nueva Alianza (panal) y el Partido de Alianza Ciudadana (pac), sostuvieron la candidatura de Adriana Dávila Fernández; el Partido Socialista de Tlaxcala apoyó a Rosalía Peredo Aguilar; y el prd, pt y Convergencia (antes Movimiento Ciudadano) a Minerva Hernández Ramos, quien finalmente declinó a favor de Adriana Dávila Fernández. En 2016, el pan apostó por Adriana Dávila Fernández; el prd y el pt por Lorena Cuéllar Cisneros, y Morena por Martha Palafox Gutiérrez (Higueras y Muñoz, 2024, p. 92).

Tlaxcala, como el resto de las unidades territoriales, vivió la hegemonía del pri y no fue sino hasta 1998 cuando llegó a la gubernatura una coalición de izquierda abanderada por Alfonso Sánchez Anaya; desde entonces, el estado ha atravesado diversas alternancias políticas. Sin embargo, la historia reciente se ha tejido con la nueva configuración que generó el partido Morena. La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República, en 2018, fomentó cambios legales importantes dentro de la entidad federativa.

Las modificaciones a nivel legal iniciaron en 2004, cuando se integró el sistema de cuotas de género al Código de Instituciones y Procedimientos Electorales, en adelante coipe. Esta reforma sigue la misma línea a nivel federal y fija un límite de 70% de candidaturas para un mismo género, pero únicamente para las diputaciones; es decir, los partidos políticos estaban obligados a proponer 30% de mujeres para estos escaños. La reforma también abarcó las posiciones plurinominales, puesto que por cada tres candidatos hombres en una plurinominal, deberían nominar al menos a una mujer (Higueras y Muñoz, 2024).

En 2008, Tlaxcala fue un estado pionero en el tema de paridad, ya que generó reformas que anticipan la introducción de este principio en la Constitución Política del Estado, incluso antes de que esta modificación se hiciera a nivel nacional; en ese año se puntualizó la necesidad de repartir en partes iguales las candidaturas a hombres y a mujeres. Sin embargo, esto fue un paso representativo para la paridad a nivel formal, puesto que, a pesar de esta modificación, sólo se exigía la primacía de la paridad cuando la elección de las candidaturas no estuviera sujeta a un proceso interno; además, las mujeres siguieron siendo nombradas en espacios donde tenían poca probabilidad de ganar.

En 2013, el Instituto Electoral de Tlaxcala (iet), emitió el acuerdo CG-18 / 2013, para afianzar las candidaturas de las mujeres y asegurar el principio de paridad en el Congreso del Estado; el esfuerzo no logró su cometido completamente, en parte por la resistencia interna de los partidos políticos a cumplir con la ley electoral vigente. A pesar de ello, aquella legislatura contó con la participación más importante de mujeres hasta entonces vista, con un total de nueve; de ellas, cinco fueron electas por mayoría relativa, todas provenientes de la coalición pri-pvem y cuatro por representación proporcional, apoyadas por los siguientes partidos: pan, prd, pac y ps (Higueras y Muñoz, 2024, p. 88).

En 2015, los cambios en materia electoral que se venían dando a nivel nacional, entre ellos la modificación del Instituto Federal Electoral (ife) por Instituto Nacional Electoral (ine), así como la implementación de la Ley General de Partidos Políticos, dieron lugar a modificaciones importantes a escala local, entre ellos: la implementación de la paridad en los cargos legislativos, la integración de fórmulas con candidatos del mismo género, la obligatoriedad de hacer pública la forma en que los partidos políticos garantizarían la paridad, la necesidad de impulsar las candidaturas de mujeres en espacios donde pudieran ganar, el incremento en recursos para el desarrollo de liderazgos, la integración alternada de géneros en las listas de representación proporcional y criterios de paridad para las candidaturas independientes (Muñoz, 2020, como se citó en Higueras y Muñoz, 2024, p. 89).

En 2018, se emitió el acuerdo ITE-CG-90/2017, con el que se consiguió que las mujeres estuvieran a la cabeza de las listas de representación plurinominal, lo que desembocó en que, por primera vez, el Congreso del Estado de Tlaxcala estuviera integrado mayoritariamente por mujeres. Esto fue el resultado de diversas reformas que se dieron a nivel federal y que permearon en lo local.

La reforma constitucional federal de 2019, en la que se introdujo a rango constitucional el principio de paridad en los tres órdenes de gobierno, influyó para que la legislación electoral de Tlaxcala se modificara y se armonizara con esta; así, en 2020 se reformó la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales, la Ley Orgánica del Tribunal Electoral, entre otras. Uno de los avances más significativos fue la tipificación de la violencia política por razón de género como delito.

Estos cambios legales contribuyeron a la integración de las mujeres en el tema político; sin embargo, su participación y acceso a puestos de toma de decisiones se han visto determinados por las circunstancias políticas y sociales, así como la cultura política y las coyunturas particulares. Cazarín (2018) menciona que lo más difícil de las reformas legales es romper con los propios prejuicios y autocensura que las mujeres se imponen para no participar como entes activos de la vida pública. Esto en gran medida ha influido para que las mujeres sigan sin ser votadas como podría esperarse. Por su parte, Valdivieso (2009) identificó que Tlaxcala cuenta con características caciquiles y corporativas, de costumbres políticas locales arraigadas, lo que incide en el funcionamiento de los actores políticos.

La historia política del estado de Tlaxcala nos ha demostrado que existe resistencia natural a la representación política de las mujeres. Hasta ahora se ha analizado el tema de la gubernatura y de las legislaturas locales, donde por medio de acciones afirmativas se ha permitido el ingreso de mujeres en estas posiciones; sin embargo, la introducción de la paridad a nivel municipal ha sido uno de los sectores menos atendidos y más afectados, a pesar de que el municipio es la base de la construcción política y el ente más cercano a la ciudadanía. 

7.     Las mujeres y las presidencias municipales en Tlaxcala

Los valores y prácticas particulares del sistema político local, así como la falta de datos estadísticos y confiables, el poco interés académico que por algún tiempo representó el estudio de la integración político-electoral de las mujeres, dada su escasa presencia en las estructuras de decisión partidista, han sido alguno de los obstáculos para entender y registrar el avance de la participación política femenina en la entidad (Sam, 2022, como se citó en Higueras y Muñoz, 2024).

A nivel municipal, el antecedente más remoto se encuentra en el decreto de 1949, donde se reconoce el derecho de las mujeres a votar y ser votadas en las elecciones a ayuntamientos. El 6 de abril de ese año se reformaron los artículos 37 y 40 de la Ley Electoral del Estado de Tlaxcala, y fueron elegidas las primeras mujeres para ocupar cargos en la administración municipal; resultaron electas nueve regidoras propietarias, 14 suplentes y la primera síndica en la historia de Tlaxcala (Sam, 2022, como se citó en Higueras y Muñoz, 2024).

A partir de 1950 y hasta el año 2000, la participación de las mujeres incrementó, de 2.5% (10 mujeres) en el trienio de 1950-1953 a 9.3% (51 mujeres) en el periodo de 1998 a 2000, con una integración máxima en 1980, de 15.2% (60 mujeres); y algunos periodos excepcionales para la propia tendencia, en 1956 (8.8%), 1965 (8.8%) y 1971 (10.9%). Si bien se evidencia el aumento cuantitativo de las mujeres, este se ubica en los cargos de suplente, no de propietarias (Sam, 2022, como se citó en Higueras y Muñoz, 2024, p. 96).

A partir de datos recopilados por Sam (2022), se evidencia que las mujeres en las presidencias municipales no se han integrado siguiendo una tendencia. En varios periodos, ninguna mujer fue electa (1967,1969, 1971, 1976, 1978 1995 y 1997); y en otros existe cierta incorporación (2011 con ocho mujeres, 1982 con siete, 2005 y 2008 con seis). Cabe señalar que, en Tlaxcala, hasta 1966, había 44 municipios. Fue el trienio que comenzó en 1980 en el que más mujeres se eligieron, representando 15% de las presidencias municipales; 2011 fue el año que tuvieron mayor representación, superando incluso el periodo 2017-2021 (como se citó en Higueras y Muñoz, 2024). Así se observa en la siguiente gráfica:

Según la información presentada por Higueras y Muñoz (2024), a nivel municipal, las mujeres han tenido mayor representación en los cargos de sindicaturas y regidurías. Sin embargo, su participación muestra vaivenes. En el caso de las sindicaturas, entre 2007 y 2021 pasó de tres a 51 mujeres, mientras que para las regidurías, la cifra creció de 67 a 165 mujeres en el mismo periodo. No obstante, la situación es diferente en lo que respecta a las alcaldías. Los resultados electorales de 2016 y 2017 reflejan que la participación política de la mujer continúa siendo menor en comparación con la participación política masculina, que en términos generales queda en 71% para las diputaciones locales y 2.64% en ayuntamientos. Estos datos se ilustran en la gráfica 2: 

8.  2024: año de las acciones afirmativas para las presidencias municipales en Tlaxcala

Los comicios del periodo electoral 2023-2024 de Tlaxcala fueron descritos como los más incluyentes de la historia democrática del estado (Coracyt, 2024). Para comenzar este apartado es importante entender el significado de acciones afirmativas, puesto que constituyeron la base para que, por primera vez en la historia de la entidad federativa, se lograra que las mujeres estén actualmente al frente de 17 presidencias municipales (Muñetón, 2024).

Las acciones afirmativas son medidas compensatorias implementadas para disminuir situaciones de desventaja; tienen como propósito revertir escenarios de desigualdad histórica y de facto que enfrentan ciertos grupos humanos en el ejercicio de sus derechos, y con ello, garantizarles un plano de igualdad sustancial en el acceso a oportunidades. Este tipo de acciones se caracterizan por ser temporales, porque constituyen un medio cuya duración se encuentra condicionada al fin que se proponen; además, deben responder al interés de la colectividad, a partir de una situación de injusticia para un sector determinado (ite, 2023a, p. 39).

Así lo ha reafirmado la jurisprudencia 3/2015 (tepjf, 2015), la cual puntualiza que “las medidas temporales a favor de las mujeres, encaminadas a promover la igualdad con los hombres, no son discriminatorias, ya que se establece un trato diferenciado entre géneros con el objeto de revertir la desigualdad existente.” Es importante mencionar que las acciones afirmativas tienen su sustento en el principio constitucional de igualdad sustantiva, cuyo fin es revertir la discriminación de la cual han sido objeto ciertos grupos sociales.

Con dicho enfoque, lo que se busca es generar condiciones para eliminar la subrepresentación que han tenido las mujeres; por ello, las autoridades, en este caso el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones, como autoridad administrativa local electoral, es competente para garantizar el acceso igualitario al ejercicio de los derechos político-electorales de las mujeres en igualdad con los hombres, si es necesario por medio de acciones afirmativas.

En esa lógica, en noviembre de 2023, dicha autoridad emitió el acuerdo ite-CG 108/2023, mediante el cual se presentaron lineamientos respecto a la representación de mujeres en las presidencias municipales, tomando en cuenta las particularidades que presenta el estado de Tlaxcala en los diversos cargos de elección popular, aunado a los resultados obtenidos en las elecciones de 2021. Este acuerdo es un documento histórico que integró acciones afirmativas, cuya finalidad fue eliminar los obstáculos estructurales que han tenido las mujeres para acceder al puesto de presidentas municipales. Para entender este documento, es necesario precisar que el 6 de junio de 2019, fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se reforman los artículos 2, 4, 35, 41, 52, 53, 56, 94 y 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de paridad de género.

Para la correcta aplicación de las modificaciones hechas a nivel federal durante los meses de marzo a julio de 2023, la Comisión de Igualdad de Género y No Discriminación del ite realizó reuniones de trabajo con direcciones y titulares de áreas técnicas con el fin de analizar, discutir y proponer modificaciones y adiciones a la propuesta de lineamientos que deberían observar los partidos políticos, coaliciones, candidaturas comunes, así como candidaturas independientes, para dar cumplimiento al principio constitucional de paridad de género en el estado de Tlaxcala, en el proceso electoral local ordinario 2023-2024.

En este sentido, en noviembre del mismo año, se llevó a cabo una reunión de trabajo con los representantes de partidos políticos en la que se presentó la propuesta de los criterios que contendrían los nuevos lineamientos y que dichos partidos estarían obligados a observar en todas sus candidaturas, y así dar cumplimiento tanto a las reformas federales y locales en torno al principio constitucional de paridad de género en el proceso que se avecinaba.

El ite (2023a) realizó un análisis en torno a la importancia de aplicar la paridad de género en las elecciones de 2024; en él mencionó que la Convención de Derechos Políticos de la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer y el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos establecieron en diferentes artículos la necesidad de que las mujeres sean elegibles y la obligatoriedad de que ocupen cargos públicos, además de que puedan ejercer las funciones públicas establecidas por la legislación nacional en igualdad de condiciones con los hombres, incluyendo la toma de decisiones. A partir de este análisis, se constató la obligación del Estado mexicano de implementar acciones concretas para cerrar las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres. En este contexto, el principio constitucional de paridad de género se posiciona como un elemento fundamental en la búsqueda de la igualdad sustantiva.

Bonifaz (2014) afirma que “la paridad es un camino hacia la igualdad, no una medida de acción afirmativa de carácter temporal ni una medida compensatoria. La paridad es un principio constitucional que tiene como finalidad la igualdad sustantiva entre los sexos que adopta nuestro país como parte de los compromisos internacionales”. La paridad es una medida permanente para lograr la inclusión de mujeres en los espacios de decisión pública (ite, 2023a, p. 7); de manera que el principio de constitucionalidad de paridad de género busca modificar los patrones socioculturales de la conducta que discriminan, en este caso, por razón de género o sexo.

En esta lógica, el Consejo General del ite implementó las acciones afirmativas necesarias con el fin de revertir la discriminación histórica de la que han sido objeto las mujeres al contender en un cargo, y en el ejercicio del mismo en determinados municipios del estado. Es importante establecer que la Sala Superior del tepjf en la sentencia identificada con el expediente número SUP-REC-81/2005 señaló:

 

[…] es el legislativo quien debe establecer las medidas necesarias para promover igualdad de acceso de la mujer a la participación política y sólo en caso de que dichas medidas resulten ineficaces para alcanzar su finalidad, las autoridades deben intervenir a fin de garantizar su efectividad y, por ende los derechos político-electorales de las mujeres. (ite, 2024, p. 7)

 

Esta sentencia es fundamental, puesto que la máxima autoridad en materia electoral reconoció que los institutos electorales locales cuentan con facultades para implementar e instrumentar las medidas necesarias para lograr que la paridad de género se integre en los procesos electorales, y en su caso, adopten las medidas necesarias para su cumplimiento, por lo que los partidos políticos no podían impugnar la competencia o validez de las acciones afirmativas implementadas por el ite.

En este tenor, el ite enfatizó que debido a la subrepresentación histórica de las mujeres en los cargos de elección popular en Tlaxcala, existía justificación razonable para implementar acciones afirmativas que garantizaran la observancia de los derechos humanos, en específico de la igualdad sustantiva. Si bien, en procesos electorales locales anteriores a 2021 se había conseguido una mayor representatividad de las mujeres en el Congreso del Estado, aún no se había logrado alcanzar los objetivos de una representación paritaria en todos los cargos de elección popular.

El ite consideró necesario ejercer su facultad reglamentaria para garantizar el principio constitucional de paridad de género y el respeto de los derechos políticos electorales de las mujeres, ya que la representación política de las mujeres en Tlaxcala habían avanzado principalmente en los congresos locales, en regidurías y sindicaturas, pero no en las presidencias municipales; por ello, dicha autoridad emitió el acuerdo ite-CG 108/2023, que determinó la obligación de los partidos políticos de postular únicamente a mujeres candidatas al cargo de presidentas municipales en 10 municipios de la entidad federativa.

De acuerdo con los datos obtenidos por el ite (2023a), a partir de los Decretos de Declaración de Validez de las Elecciones de Ayuntamientos emitidos por el Congreso del Estado de Tlaxcala, así como de los acuerdos de integración de ayuntamientos emitidos por el Instituto Electoral de Tlaxcala (iet) y su sucesor, el actual ite, de 1950 a 2023, 60 mujeres habían sido electas al cargo de presidenta municipal en Tlaxcala; por otra parte, un total de 1,214 hombres fueron electos para ocupar el mismo cargo.

A pesar de que han transcurrido 70 años del reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres, en Tlaxcala, hasta las elecciones 2021, casi la mitad de los 60 ayuntamientos —específicamente 26 de ellos— nunca habían contado con una mujer al frente de la presidencia municipal. Los municipios en esta situación son los siguientes: Atlangatepec, Cuapiaxtla, Cuaxomulco, Huamantla, Ixtacuixtla, Contla, Tepetitla, San Pablo del Monte, Tepeyanco, Zitlaltepec, Xaltocan, Papalotla, Xicohtzinco, Apizaco, Lázaro Cárdenas, la Magdalena Tlaltelulco, Tetlanohcan, San Jerónimo Zacualpan, Teacalco, San Juan Huactzingo, San Lucas Tecopilco, Nopalucan, Santa Apolonia Teacalco, Quilehtla y Xiloxoxtla (ite, 2023a). Curiosamente, la población que habita estos municipios, a excepción de San Lucas Tecopilco, está conformada mayoritariamente por mujeres (inegi, 2020a).

De manera que, a partir de la primera diputada electa en 1956, año en el que también se eligió a la primera presidenta municipal del estado, las mujeres tlaxcaltecas han enfrentado obstáculos que menoscaban sus aspiraciones políticas. Antes de la introducción de la paridad de género como principio constitucional, el acceso de las mujeres a cargos ejecutivos de elección popular presentó mayores resistencias, tal y como se ejemplifica en la siguiente tabla:  

Además, como se mostró en la gráfica 1, existieron periodos en los que ninguna mujer fue electa presidenta municipal, lo que nos indica la férrea resistencia para que las mujeres encabecen las alcaldías, circunstancias de las cuales existe muy poca investigación al respecto.

El ite (2023a), con datos de la Enciclopedia de los Municipios y Delegaciones de México, elaboró una tabla en la que muestra el número de presidentas municipales que había tenido Tlaxcala hasta 2021, documento que sirvió de fundamento para implementar las acciones afirmativas descritas en párrafos anteriores. Se encontró que para los periodos 1959-1961, 1961-1964, 1968-1970, 1977-1979, 2002-2005, Tlaxcala no tuvo ninguna presidenta municipal; sin embargo, en los demás periodos su presencia al frente del Ejecutivo municipal fue muy escasa, teniendo su máximo esplendor en los periodos de 2011 a 2014 con ocho presidentas municipales, y 2021 a 2024 con nueve presidentas municipales (p. 21).

La información anterior visibiliza que el avance de la igualdad sustantiva y la paridad de género en los ayuntamientos ha sido un proceso lento, y para ello, no ha bastado la aplicación de la ley, sino que es necesario el impulso de acciones afirmativas para potencializar la participación política de las mujeres. Hasta 2021, la aplicación de acciones afirmativas se enfocó en la asignación de regidurías y sindicaturas; así, en 2013, se integraron cinco ayuntamientos paritarios; en 2016 subió a 13 municipios y en 2021 se llegó a 22; además, en este último año se logró la presencia de 65 mujeres en 39 ayuntamientos, siendo aún insuficiente para garantizar órganos de gobierno paritarios (ite, 2023a).

Debido a estos antecedentes y a la discriminación histórica que han enfrentado las mujeres tlaxcaltecas en lo político, el ite implementó una acción afirmativa que consiste en la postulación exclusiva de mujeres para el cargo de presidentas municipales. Esta medida tiene el fin de garantizar el ejercicio real y efectivo a los derechos político-electorales de ellas, asegurando su acceso igualitario a los cargos públicos de elección popular.

Se perseguía que las presidencias municipales, las mujeres y los hombres estuvieran representados en la misma proporción, y siendo que Tlaxcala se integra por 60 municipios, estos deberían ser presididos por 30 mujeres y 30 hombres. Lo anterior, debido a que la paridad sustantiva implica la remoción de obstáculos con el fin de conseguir el acceso real y material de las mujeres a los cargos que generalmente han sido ocupados por hombres; esto no sólo debe aplicar a los puestos de designaciones, como son regidurías y sindicaturas, sino también a aquellos de elección popular. Tal y como ha quedado especificado en líneas anteriores, hasta el proceso electoral 2020-2021, existían 26 municipios en los cuales a las mujeres no se les había permitido ocupar el cargo de presidenta municipal, mientras que, en esos mismos municipios, los hombres lo habían hecho en 481 ocasiones.

Con motivo de la deuda histórica que tenían estos municipios con las mujeres, el Consejo General del ite justificó la exclusividad de postulación de candidatas para garantizar su acceso a cargos de elección popular en condiciones de igualdad, ya que sólo así se podía asegurar que en dichos municipios una mujer llegara a ser presidenta municipal, puesto que desde que se les otorgó el reconocimiento legal y su rango como municipio, a las mujeres se les negó el ejercicio de dicho cargo.

A pesar de que la paridad exigía que 30 municipios fueran presididos por mujeres, el Consejo General, en un ejercicio de progresividad gradual, analizó los periodos anteriores donde no encontró una ascensión natural ni lineal del número de alcaldesas, ya que en 2021 sólo nueve mujeres se encontraban al frente de las presidencias municipales en todo el estado; y con el objetivo de asegurar que este número no disminuyera, como había ocurrido en periodos anteriores, determinó que 10 municipios serían exclusivos para mujeres.

La elección de municipios, cuyas postulaciones serían exclusivas para las mujeres, le correspondió a los partidos políticos en atención a su libre autodeterminación, previo acuerdo entre ellos; sin embargo, tuvieron que respetar la distribución de candidaturas exclusivas propuestas por el ite, para que tanto en municipios con cinco, seis y siete regidurías, presidiera una mujer la alcaldía. La distribución quedó de la siguiente manera:

Además, los partidos políticos debían tomar en cuenta a los municipios más antiguos, considerando la fecha en la que adquirieron el rango de municipio por parte del Congreso del Estado de Tlaxcala. Algo interesante es que quedaron excluidos de la aplicación del acuerdo los municipios en donde existió manifestación de hombres a ser aspirantes a candidatos independientes; el ite consideró que esta era una manera de salvaguardar los derechos de las candidaturas independientes (ite, 2023b).

Esto resultó ser una limitante para algunos municipios, puesto que los requisitos de registro de candidaturas independientes debían alinearse con el acuerdo emitido por el ite. En el caso de Xicohtzinco, para la elección de 2024, se registraron dos candidaturas independientes, ambas de hombres, ya que ninguna mujer se registró para participar bajo esta modalidad; por ende, a pesar de que en las negociaciones previas de los partidos se consideró a este municipio para formar parte del bloque de municipios exclusivos para mujeres, la presencia de aspirantes independientes lo excluyó de la aplicación de esta acción afirmativa, pese a ser uno de los municipios más antiguos del estado.

En el ánimo social, la exclusión de Xicohtzinco causó alegría en varios sectores de la población, específicamente en aquellos que son dominados por hombres. Cuando notaron que el registro de una candidatura independiente podía excluir a un municipio de la obligación de postular sólo a mujeres, comenzaron a idear estrategias para que en procesos electorales posteriores se simulara el registro de candidatos independientes. Esto les permitiría mantener el control sobre la gobernanza de Xicohtzinco, lo cual representa una clara expresión del patriarcado en el sistema político municipal.

El ite debe reforzar sus actuaciones ante este vacío legal, que ha sido aprovechado por algunos como una oportunidad para continuar con el linaje masculino en el poder municipal. De no hacerlo, territorios como Xicohtzinco, donde ninguna mujer ha sido presidenta municipal, seguirán condenados a perpetuar la discriminación política de las mujeres.

 

9. Sistema político patriarcal en el municipio de Xicohtzinco

La opresión de las mujeres no es ni un fenómeno individual

ni un fenómeno natural, sino un fenómeno político.

Christine Delphy

 Xicohtzinco es un municipio al sur del estado de Tlaxcala, con 14 127 habitantes (inegi, 2020a) y una extensión territorial de 7.33 kilómetros cuadrados. Este pequeño territorio ha participado en diversos acontecimientos históricos, como la Revolución Mexicana, liderada por el general Domingo Arenas, quien comandaba la causa en la zona sur del estado (Gobierno Municipal, 2021).

Xicohtzinco luchó por su autonomía política y administrativa, logrando separarse del municipio de Zacatelco el 15 de enero de 1942. Se le reconoce como municipio autónomo del estado de Tlaxcala (Gobierno Municipal, 2021), siendo una de las primeras poblaciones del estado en obtener este estatus. A 82 años de su constitución, y a pesar de las diversas reformas a nivel constitucional federal y estatal, así como de los cambios a las leyes electorales y a la aplicación de acciones afirmativas en materia de paridad de género e igualdad sustantiva implementadas por el ite, Xicohtzinco nunca ha tenido una presidenta municipal.

La escasa presencia de mujeres en el ayuntamiento se ha limitado a cargos de designación, como regidoras y síndicas, pero no un cargo de elección popular directa. Esta situación resalta, pues 52% de la población son mujeres y son las menos votadas (inegi, 2020a).

Tlaxcala parece haber alcanzado un gran nivel de igualdad sustantiva; sin embargo, estos mecanismos no han sido suficientes para deshacer algunas desigualdades e injusticias a las que las mujeres se enfrentan, sobre todo en los municipios. En la región persisten factores estructurales que impiden o limitan el pleno ejercicio de los derechos políticos de las mujeres.

Xicohtzinco no es la excepción, su historia política ha sido dominada por hombres. Debido a la poca información documental que existe al respecto, recurrí al testimonio del señor Hernández, oriundo y habitante del municipio; tiene 70 años de edad, desde muy joven ha estado involucrado en política y fue uno de los fundadores de Morena en la demarcación, además de candidato a síndico en las elecciones de 2024.

El señor Hernández menciona que, desde la fundación del municipio hasta las elecciones de 1999, no existió ninguna mujer para los cargos de regidora ni de síndica, mucho menos para presidenta municipal. Durante esos periodos, los líderes sindicales de la época, Abundio Corona, Nazario Romero e Ignacio Juárez, decidían quiénes serían presidentes municipales y sus planillas, ya que manejaban a los trabajadores de las dos principales fábricas de la zona (Tenexac y El Valor). Esta circunstancia es conocida por él, dado que trabajó en una de estas fábricas durante cinco años y su papá también laboró ahí.

Hernández menciona que era imposible que propusieran a mujeres para los cargos de alcaldesas, regidoras o síndicas, pues las personas que integraban las planillas eran gente cercana a los mencionados líderes y el machismo predominaba en sus decisiones. Alega que en su juventud, él y sus hermanos se querían rebelar para votar por otro candidato, pero su papá los obligaba a votar por aquel que habían elegido los líderes, de lo contrario se les amenazaba con quitarles el trabajo (G. Hernández, comunicación personal, 30 de septiembre de 2024). Este testimonio fue confirmado por el señor José Flaviano Delfino Hernández Corte, miembro del sindicato crom, también oriundo de Xicohtzinco (J. F. Hernández, comunicación personal, 1 de octubre de 2024).

Además, en el dicho de estas personas y de un expresidente municipal (T. Rojas, comunicación personal, 29 de octubre de 2024), se encontró que algunos expresidentes municipales tienen lazos familiares; por ejemplo, Sabino Jaramillo Hernández (periodo 1974-1976) fue hijo de Porfirio Jaramillo Hernández (periodo 1959-1971); Francisco Corte Hernández (periodo 1983-1985) y Plácido Ortiz Corte (periodo1986-1988) eran primos; Dolores Morales Flores (periodo 1962-1964) es papá de Humberto Morales Rojas (periodo 1988-1991) y abuelo de Humberto Morales Badillo (periodo 2008-2011); Edilberto Algredo Jaramillo (periodo 2002-2005) es primo de Victoriano Corte Jaramillo (periodo 2005-2008).

A partir de los testimonios mencionados, se extraen datos importantes; el primero es que en Xicohtzinco existen cacicazgos familiares que han dominado el municipio al menos por 10 periodos, es decir, por 30 años, lo que representa más de un tercio de la historia política de Xicohtzinco como municipio. Si consideramos que su primer presidente municipal tomó el cargo en 1950, se observa que durante 57 años fueron hombres quienes imponían las planillas y controlaban la votación bajo el control de la fuerza del trabajo para lograr que su candidato fuera el ganador, que, por supuesto, era hombre.

Esta situación refleja actitudes culturales basadas en modelos patriarcales y roles tradicionalmente masculinos, evidenciando el sesgo machista de los líderes comunitarios y de los partidos políticos (Barrientos, 2018). Tradicionalmente, lo político ha sido definido como excluyente de todo aquello que no se corresponda con el modelo de ciudadano varón; parece que la igualdad opera sólo en un plano formal, ignorando muchas veces la demanda por la igualdad material o sustantiva (Cano, 2017).

A continuación, en la Tabla 3, con datos obtenidos del Instituto Electoral de Tlaxcala (1998; 1999; 2001; 2004a; 2004b), del ayuntamiento de Xicohtzinco (mayo de 2011; 30 de abril del 2014), del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (2016; 2021; 2024) y de diversos testimonios de expresidentes municipales y habitantes, se muestra la escasa presencia de mujeres en la historia política de Xicohtzinco. Cabe mencionar que se recurrió a los testimonios debido a que existe muy poca información documental al respecto. 

Es importante mencionar que hasta 2005, el ayuntamiento de Xicohtzinco se constituía por siete regidurías (iet, 2001). A partir de 2005, las regidurías disminuyeron a seis (iet, 2004a, p. 5; iet, 2004b, p. 34); por lo que, de acuerdo con la tabla anterior y a la información obtenida, la participación de hombres en comparación de las mujeres, incluyendo presidentes municipales que han integrado un ayuntamiento en la historia política de Xicohtzinco, quedaría de la siguiente manera:

Los datos presentados demuestran la subrepresentación política que hemos tenido las mujeres en Xicohtzinco, pues mientras el número de hombres que han ocupado un puesto en el ayuntamiento asciende a 233, la cantidad de mujeres que lo ha hecho es de 22; es decir, las mujeres hemos tenido 10% de presencia en el ámbito político contra 90% que han logrado los hombres, lo que es visiblemente desproporcionado.

A pesar de los obstáculos, el municipio ha tenido mujeres decididas a forjar un camino político y merece la pena que este trabajo sirva como una plataforma para que sean visibilizadas. Por ello, es importante resaltar que la primera regidora de la historia de Xicohtzinco fue la señora Lucila Domínguez Encinas, en 1995, y la primera síndica fue Ofelia Cordero Flores, quien llegó gracias a la paridad vertical de género implementada para el periodo de 2014-2016. Fue hasta 2017, que Xicohtzinco logró su primer gobierno paritario. 

En las alcaldías se indica un claro predominio del varón. La presencia de mujeres ha aumentado gracias a la aplicación de la paridad vertical, pero no de la forma que debería. A pesar de dichos progresos, los principales problemas relacionados con la vulneración de los derechos políticos de las mujeres surgen en los ámbitos municipales; de acuerdo con estos datos, se ha generado un incremento sistemático de actos de acoso y violencia política, principalmente en los municipios (Barrientos, 2018).

Las candidaturas encabezadas por mujeres han seguido la misma historia. De acuerdo con el testimonio del expresidente Tomás Rojas Rojas, la primera mujer que decidió aspirar al cargo de presidenta municipal fue la señora Lucila Domínguez Encinas, en 1998, quién también fuera la primera regidora (T. Rojas, comunicación personal 29 de octubre de 2024). Esta información fue corroborada por su hijo, quien mencionó que sí fue la primera mujer en participar en un proceso interno por el pri; sin embargo, no obtuvo la candidatura (A. Maccomish, comunicación personal, 5 de noviembre de 2024).

No fue sino hasta 2014[16] en que aparecen dos mujeres candidatas en la boleta electoral, una de ellas la señora Teresa Algredo Jaramillo, postulada por el prd, y la señora Esmeralda Rojas Martínez, quien encabezaba la candidatura por el partido Nueva Alianza. En 2017[17] contendieron nuevamente cuatro mujeres a la alcaldía: la señora Micaela Corte Zacapa, por Morena, Eliuth Torres Barbosa, por el pri, Pilar Corona Muñoz, por el pan y Nelly Mogollan Jaramillo, por el pt. En 2021,[18] se postularon cuatro mujeres: Mónica Rojas Grados, respaldada por el pri, Micaela Corte Zacapa, representando a Morena, Thalia Razo Romero, por rsp y Janet Badillo Zenteno, por el pac. En 2024,[19] contendieron seis mujeres a la presidencia municipal: Thalia Razo Romero, por el pt, Micaela Corte Zacapa, encabezó la candidatura de Morena, María Antonieta Tapia Contreras, por Movimiento Ciudadano, Ana Line Cortés Díaz de León, respaldada por el pvem, Yareth García Flores, por el pac y Ana Luisa Gutiérrez Zenteno, por el partido Fuerza por México.

En Xicohtzinco, la participación de las mujeres al frente de las candidaturas a presidentas municipales, en comparación a las encabezadas por hombres, ha sido mínima, ya que sólo ha tenido un total de 16 candidatas en toda su historia política. En las elecciones de 2024 tuve la oportunidad de participar como candidata a la presidencia municipal por el pt. Esas elecciones fueron históricas, debido a que por primera vez hubo más mujeres que hombres al frente de las candidaturas; fueron seis candidatas postuladas por: pt, Morena, pac, Movimiento Ciudadano, pvem y Fuerza por México, y cuatro hombres postulados por Nueva Alianza Tlaxcala, Coaliacion pri-pan, y dos candidatos independientes.

Al momento de conocer las postulaciones, el consenso general apuntaba a que, por primera vez, una mujer ganaría las elecciones. Este optimismo se vio reforzado por el hecho de que meses antes, los partidos políticos habían considerado a Xicohtzinco dentro de los 10 municipios en los que estarían obligados a postular únicamente candidatas, con el objetivo de lograr la igualdad sustantiva tan reclamada por algunos sectores de la población; desafortunadamente, debido al registro de candidaturas independientes, como se mencionó en párrafos anteriores, Xicohtzinco salió del bloque de municipios con la posibilidad de aplicar esta acción afirmativa por parte del ite. A pesar de que había menos hombres al frente de candidaturas, ninguna mujer llegó a ser presidenta municipal; además, los hombres fueron más votados que las mujeres, como se muestra en la Tabla 5:

Sólo dos mujeres logramos obtener más de 1,000 votos, situación poco habitual en Xicohtzinco, ya que las mujeres obtenían menos de esa cantidad, normalmente entre 300 y 800 sufragios a su favor. La elección de 2024 fue mi segunda participación en la política; en 2021, me postulé por primera vez como candidata a la presidencia municipal. En esa ocasión, enfrenté críticas severas a través de medios digitales y recibí muy poco respaldo de los líderes municipales debido a mi “inexperiencia política”.

Xicohtzinco se mueve a través de redes de familia y líderes comunitarios; si tu familia no ha estado involucrada en política, como fue mi caso, es muy poco probable que generes la credibilidad necesaria para gozar del respaldo de los grupos que lideran el municipio.

En 2024, fui invitada por un grupo de hombres que en primera instancia buscaban un candidato para encabezar al pt; sin embargo, la dirigencia estatal les informó que la candidatura de Xicohtzinco tenía que ser encabezada por una mujer para cubrir el requisito de paridad que les exige la ley. Cuando el grupo de varones me visitó, me comentaron que me hacían la invitación y me apoyarían porque no tenían otra opción. Estaban convencidos de que una mujer no podía dirigir un municipio, pero querían formar parte del pt, ya que consideraban que era un partido de izquierda alineado con el pensamiento del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. En ese momento, les pregunté por qué yo fui una de sus opciones; su respuesta fue que ya habían ido a visitar a otras cuatro mujeres y ninguna quería cargar con esa responsabilidad.

A partir de ese momento, comenzó una relación tensa con los principales actores de mi campaña. Aproveché su necesidad de participar, a pesar de que la candidatura la encabezaba una mujer para obtener respaldo político. En esta primera etapa, se evidencia que las mujeres se rehúsan a ostentar una candidatura y que los hombres son reacios a respaldar a una mujer por creer que no cuenta con la capacidad para lograrlo.

Mi candidatura fue producto de dos circunstancias: la primera, el partido necesitaba cubrir con su cuota de género; la segunda, otras mujeres, antes que yo, habían rechazado la postulación. Además, ya contaba con un capital político gracias a la elección previa en la que había participado. A pesar de no contar con un respaldo genuino, decidí tomar la oportunidad que se me brindó. En ese momento, el interés predominaba sobre la convicción política, lo que influyó en la conformación de mi grupo inicial. El equipo político central se integró mayoritariamente por hombres. Pocas mujeres querían participar en política, y las que lo hacían no querían involucrarse tanto debido al trabajo y las labores del hogar. Además, algunas tenían la creencia de que no podían aportar mucho a la campaña, pues se sentían intimidadas al ver que las opiniones principales venían de hombres.

Durante la campaña, enfrenté desestimación en cuanto a mi capacidad de diálogo y negociación. En una ocasión, en compañía del grupo principal de campaña, visitamos a un líder municipal y un compañero, al presentarme, lo hizo de una manera despectiva diciendo que no le quedaba de otra más que aguantar el hecho de que el partido lo obligó a elegir a una mujer para encabezar la candidatura. Él afirmaba que la situación del municipio era crítica y sólo podía ser resuelta por un hombre; en esa conversación, en todo momento, se resaltaron las virtudes del líder municipal sobre las mías, y se me sugirió magnificar sus virtudes y minimizar las mías para no incomodarlo.

Antes de aceptar la candidatura por el pt, recibí una oferta para postularme como síndica del candidato de Nueva Alianza, quien ya había ocupado el cargo de presidente municipal. En esa ocasión, le comenté mi intención de participar como candidata, y él me hizo ver que contaba con más experiencia que yo para gobernar un municipio y tenía el respaldo de muchos líderes, por lo que mis probabilidades de ganar eran pocas, pero si quería comenzar una carrera política, podía hacerlo en la sindicatura de su gobierno. Con su respaldo, lograría la proyección necesaria y podría construir la credibilidad que se le solicita a una mujer para llegar a ser presidenta municipal.

Persiste la idea de que las mujeres somos más aptas para otros ámbitos diferentes a la política. Los candidatos hombres asumen que nos faltan cualidades para gobernar, mientras que ellos parecen poseerlas “naturalmente”. A nosotras se nos asignan roles de género y se nos sobreexige experiencia. Este requisito no se aplica a los hombres, ya que sólo tres de todos los expresidentes han ostentado previamente un cargo en el ayuntamiento; los demás, se dedicaron a sus profesiones y oficios antes de ser alcaldes.

La política en Xicohtzinco es dominada por varones, quienes imponen como requisito para que una mujer llegue a ser alcaldesa, demostrar que es apta para ese cargo por medio del servicio público subordinado a un alcalde. Se cree que las pocas mujeres que aspiramos a entrar a la vida política, primero debemos hacerlo ocupando un cargo de designación, como la sindicatura o regiduría.

Para referenciar este hecho, me permito describir el testimonio de una periodista de la zona sur del estado de Tlaxcala, quien unos días después de la elección del 2 de junio de 2024, asistió a una reunión en la que se encontraba un expresidente municipal y miembros del equipo de campaña de otros excandidatos. Todos dieron sus puntos de vista sobre los candidatos y las candidatas que participaron en la elección, cuando se tocó el tema de mi postulación coincidieron en lo siguiente:

Thalia es una buena candidata y sería una buena opción para el municipio; sin embargo, le falta experiencia en la administración pública, debe demostrar que hizo algo por el pueblo y es posible que llegue ser presidenta si primero empieza como síndica o regidora. (I. Zempoaltecatl, comunicación personal, 5 de noviembre de 2024).

 

El pensamiento de supremacía de la capacidad de dirigir de un hombre, sin necesidad de demostrar nada, prueba que la política sigue dominada y vista a través del pensamiento masculino, donde una mujer debe cumplir una serie de requisitos y dejarse guiar por ellos para tener su visto bueno y así lograr los consensos y el respaldo necesario para alcanzar la presidencia municipal.

En mi candidatura este fue el menor de los problemas. Dividí mi proyecto en dos fases: en la primera, me dediqué a convencer a líderes políticos, religiosos, agrarios, empresarios, académicos y comerciantes; en la segunda, mi objetivo fue convencer al mayor número de personas, después de tener el respaldo de sus líderes. Sin embargo, al tratar de hacer acuerdos y llegar a un diálogo, muchos de ellos no me dieron la oportunidad de hablarles, debido a que preferían realizar negociaciones con los candidatos, pues estaban convencidos de que era improbable que una mujer ganará la elección; por lo que negociar con candidatas era una pérdida de tiempo.

En redes sociales, las mujeres fuimos más atacadas que los hombres. Altamente criticadas por nuestro físico, nuestra sexualidad, nuestras familias y nuestro origen. En lo particular, denigraron mi aspecto físico haciendo imágenes degradantes para el cuerpo de una mujer, las cuales fueron publicadas masivamente en todas las redes sociales del municipio; se me cuestionó mi origen; insultaron a mi familia, y criticaron mi carrera académica; me catalogaron como alguien con demasiados estudios y privilegios, por lo que según su dicho, estaba sobrecalificada para el cargo.

Podemos suponer entonces que los rasgos patriarcales pueden traspasar los nuevos espacios comunicativos, o bien, desde ahí podemos visibilizar los mecanismos simbólicos que afectan la igualdad. Las personas que ejercen la violencia a través de las redes sociales se sirven del anonimato y del contenido personal que se aloja en estas comunidades para amenazar o burlarse de sus víctimas con sólo pulsar una letra y sin que nadie los haya podido ver (Blanco, 2014 , como se citó en Flores y Browne, 2016, p. 157). “No necesitamos vivir o presenciar un abuso directo, pues aunque a nuestros ojos sea extraordinariamente invisible, somos víctimas constantes de violencia simbólica, una violencia amortiguada e insensible, perpetuada a través de canales puramente simbólicos de la comunicación”, como son las redes sociales (Flores y Browne, 2016, p. 153).

A pesar de todo, continué trabajando para consolidar el triunfo, en diversas ocasiones me reuní con mi candidato a diputado local; él formó un grupo de ciudadanos que trabajaba específicamente en difundir su campaña en mi municipio. En diversas ocasiones le comenté la importancia de crear una alianza para lograr el triunfo de ambos; le propuse que uniéramos equipos, que convenciera a sus simpatizantes de Xicohtzinco de que votarán por mí, así como yo estaba convenciendo a los míos de votar por él. De palabra me dijo que sí, pero durante todo el proceso electoral tuvo varios eventos en el municipio de los cuales fui excluida y en diversas ocasiones se le vio acompañado de un candidato de la competencia; cuando se le cuestionó este hecho lo negó; sin embargo, se notó una clara inclinación de su parte y de su equipo hacia ese candidato. 

10.  Los partidos políticos y la paridad como requisito legal no como objetivo

Las mujeres debemos cubrir varios frentes, internos, externos e incluso institucionales. Poco hemos hablado de los partidos políticos, los cuales tienen el deber de ser el primer punto de defensa de las candidaturas y de reforzar el apoyo legal y financiero de las campañas de las candidatas a presidentas municipales, más allá de sólo preocuparse por cubrir la paridad que legalmente están obligados a observar.

No basta con postular a mujeres para ocupar una candidatura, sino que es necesario dar seguimiento a sus necesidades, protegerlas de la violencia política de género de la que son objeto y emplear métodos de formación de lideresas; en conclusión, implementar los medios para forjar el camino que contribuya a generar espacios de igualdad en los procesos electorales.

Una campaña necesita capital humano y financiero, ya que se requiere de abogados, diseñadores, contadores, por mencionar sólo algunos; sin embargo, todo debe conseguirlo y financiarlo la candidata, la propia estructura interna de un partido le hace más complicado enfocarse en todo lo que implica una campaña. Lograr acuerdos y aumentar su número de simpatizantes será difícil si está preocupada por cumplir con los requisitos institucionales, legales y enfrentar los ataques que recibe. Esta circunstancia debe ser reforzada por los partidos políticos que deben proveer las herramientas y estructura legal y financiera necesarias para combatir de manera inmediata las dificultades que enfrentamos en razón de nuestro género y que no atraviesan nuestros pares varones.

Los partidos políticos no deben limitarse a colocar mujeres en candidaturas con la única finalidad de cumplir con la paridad constitucional y legalmente requerida, sino que deben transitar hacia una verdadera paridad efectiva. Es importante mencionar que existen dos tipos de paridad, la vertical y la horizontal. Como quedó definido en párrafos anteriores, la paridad en la representación política responde al principio de igualdad en el derecho político-electoral, que incorpora en las listas oficializadas 50% de candidaturas para cada sexo.

La paridad vertical se refiere a que debe existir alternancia de géneros en el registro de las planillas; si la planilla es encabezada por una candidata, el síndico deberá ser hombre y la primera regiduría será para una mujer, así sucesivamente, mientras que la paridad horizontal obliga a los partidos políticos a que en sus listas partidarias 50% de las candidaturas sean otorgadas a mujeres y 50% a hombres.

Ahora bien, no basta con que los partidos cumplan con la paridad horizontal puesto que, como hemos visto a lo largo de este trabajo, las mujeres experimentamos obstáculos en el ejercicio de una candidatura, mismos que deberían ser minimizados por el partido que nos postula, pues no puede existir igualdad de condiciones cuando el partido otorga las candidaturas y el ejercicio de ellas mediante acciones patriarcales. Esto significaría que los partidos políticos reproducen valores y patrones de comportamiento machista, obstruyendo el acceso al poder de las mujeres.

Los partidos políticos se convierten en un filtro y en su entorno deciden qué mujeres merecen ser incluidas, muchas veces sólo para cumplir el requisito legal, tal y como me sucedió a mí, incluyen mujeres por obligación y en lógica de relleno. Una cosa es lograr como mujer el acceso a las listas partidarias y otra distinta gestionar esa candidatura y, en su caso, la responsabilidad de un cargo o la propia carrera política. Una cuestión relevante son las condiciones y reglas que enfrentamos las mujeres en nuestro ingreso al campo político. En el horizonte de una democracia paritaria, se debe puntualizar qué lugar ocupan las mujeres en las organizaciones políticas y, por otro lado, las condiciones de su acceso a la participación política y la disputa electoral. 

11.  Violencia digital de género

En los últimos días de campaña, específicamente en la veda electoral, cuando estaba legalmente impedida para aparecer públicamente, se agudizó el ataque contra mi persona en redes sociales; se inventó que tenía nexos con narcotraficantes colombianos y que había recibido financiamiento privado de personajes políticos envueltos en escándalos de corrupción; además de que el ite había declinado mi candidatura por supuestamente presentar documentación falsa.

Sucede que por medio de la violencia simbólica, en un nivel inconsciente, se expulsa a las mujeres de las posiciones de autoridad y de credibilidad, y se les ridiculiza abiertamente. Esto con la finalidad de mantener el estatus quo del machismo, logrando la permanencia del estado de subordinación femenina. El patriarcado y sus intrínsecos modos de agresión se inmiscuyen en las redes sociales, sirviéndose de las tecnologías y aplicaciones para depositar sus expresiones (Flores y Browne, 2016, p. 156).

Debemos ser conscientes de que el espacio virtual es la continuación del espacio público que tanto nos ha costado conquistar como mujeres, habiéndose creado a partir de un sistema patriarcal, las redes no están libres de sus dinámicas, las mismas que nos han marginado históricamente y han legitimado en muchas ocasiones la violencia contra nosotras. Las mujeres que accedemos al espacio virtual para denunciar la injusticia del sistema, para reclamar derechos o simplemente con el fin de desarrollar una actividad que nos gusta o nos interesa, tal y como es la política, nos enfrentamos a la violencia machista, que permite e incluso legítima el acoso sistemático, los insultos, las amenazas y la humillación pública.

El patriarcado virtual existe y juega las mismas cartas que ya conocemos, una de ellas es el de desgaste. No es igual correr una carrera siendo insultada, acosada o agredida por el hecho de ser mujer, que correr libremente, sin preocupaciones y sin miedo. El machismo más rancio y cavernario, ese que ya no tiene apenas cabida en nuestra sociedad, o al menos no encuentra amparo a nivel público, ha visto en las redes sociales su vía de escape, convirtiendo a las usuarias en sacos de boxeo con los que pueden descargarse sin sufrir penalización alguna. Quizá algunas personas piensan que exageramos, pero los datos de nuevo nos dan la razón: cada 10 segundos alguien denigra a una mujer en alguna red social. La nula legislación sobre el espacio virtual en temas de protección de usuarias posibilita y, de alguna manera, alimenta esta violencia (Lozano y Méndez, 2019). 

12.  La sororidad, nuestra única aliada

Al final de la campaña, intenté dialogar con las otras candidatas para hacer un frente común y obtener a la primera presidenta municipal. Lo hice sin suerte. Las pocas que decidieron platicar se negaron y hubo otras que no accedieron a hablar conmigo. Contrario a lo que pasaba con los hombres, ya que entre ellos sí hicieron acuerdos; incluso aquellos que no quisieron concretar el apoyo a mi persona, llegaron a negociaciones con el candidato ganador, es decir, siguen consolidando ese pacto patriarcal no dicho en la política del municipio, donde le dan más valor a la negociación con un hombre y menos credibilidad a los acuerdos hechos con mujeres, porque de antemano piensan que será un tiempo perdido, ya que no permitirán, tanto ellos como la estructura social de Xicohtzinco, que una mujer gobierne.

Entendí que la sororidad en política no existe y debemos aprender a hacer pactos entre nosotras. Recibí muchos ataques provenientes de mujeres; además, a veces mujeres no votan por mujeres, muestra de ello es que a pesar de que la población del municipio es mayoritariamente femenina, los hombres continúan siendo más votados. En la elección de 2024, quedaron más hombres en los primeros lugares que mujeres, aun cuando había más candidatas que candidatos, tal y como se muestra en la tabla 5.

La investigadora mexicana Marcela Lagarde (1992) da cuenta de este fenómeno y de sus causas y efectos:

[…] el mundo patriarcal no tolera la solidaridad que puede desarrollarse entre las mujeres. Por su parte, las mujeres, fieles custodias de la cultura patriarcal, valoran a las otras en el error a través de la competencia fundada en la envidia, en los celos, en la descalificación. Cualquier mujer es potencial enemiga. (p. 9) 

La falta de solidaridad de las mujeres políticas y de aquellas que no lo son ratifica la creencia de que una mujer no apoya a otra mujer y que, por el contrario, se constituye en un obstáculo para el ejercicio político de otra mujer. Estos procesos de subjetivación de las mujeres como políticas resultan ser funcionales a la cultura patriarcal, por cuanto buscan actualizar y perpetuar ciertos roles y características que homogeneizan el comportamiento de las mujeres en la política (Montero, 2022, p. 77).

Si queremos que la igualdad sustantiva gane espacios en la sociedad, debe apoyarse en una amplia red de pactos entre mujeres, como muestra de su carácter inclusivo y señal de su eficacia política. Las mujeres debemos desarrollar una estrategia de vínculos con grupos de mujeres que no necesariamente estén inmiscuidas en acciones políticas concretas.

El reto es crear una conciencia colectiva entre las mujeres. El objetivo del pacto entre mujeres debe ser la construcción de un espacio político feminista. No se trata sólo de tomar la palabra en el espacio público, lo que es fundamental, sino lo que se hace con ese espacio público. A las redes masculinas de poder se les deben oponer los pactos entre mujeres; o aprendemos a hacer pactos y a soldar ladrillos en los espacios fuertemente estructurados de la vida política y social, o nuestra historia seguirá siendo del muro de arena. Salimos de forma intempestiva por donde oscuramente entramos sin dejar rastro, sin registro de entrada o de salida (Amoros 1995, como se citó en Cobo, 2001, p. 139).

A pesar de la renuencia de las mujeres para hacer alianzas, logré que dos excandidatas a la alcaldía apoyarán mi proyecto político. Fue difícil convencerlas, sin embargo, lo hicieron porque ellas habían transitado el mismo camino de obstáculos, agresiones, acoso y de pactos políticos entre hombres, situaciones que no les permitieron alcanzar su objetivo.

En este espacio me permito transcribir el testimonio de una de ellas. Al preguntarle: ¿cuáles fueron los retos a los que te enfrentaste como candidata? Y en tu opinión: ¿por qué una mujer no llega a ser presidenta municipal? Respondió lo siguiente: 

        Excandidata a la presidencia municipal

Te puedo decir que una de las situaciones más difíciles que experimenté fue el hecho de que mi partido, de alguna manera, se viera obligado en ese momento a cubrir la cuota de género y me eligieran de un día para otro. El aceptar la candidatura fue un gran reto, porque yo no había hecho un trabajo político anterior, no tuve la oportunidad de trabajar para el proyecto, tomarlo intempestivamente me perjudicó. En segundo lugar, mi postulación se vio afectada por problemas internos, ya que dos varones querían ostentar la candidatura; sin embargo, al haber una designación de mujer por parte de la dirigencia estatal, el partido en el municipio se fracturó por la inconformidad de los compañeros, de tal forma que ya no conté con su apoyo y el de muchos representantes del partido a nivel municipal. 

Además, creo que una mujer no ha llegado a la presidencia municipal por un tema totalmente de género. Nos dimos cuenta que esa es una de las causas que me afectó a mí, a ti y a muchas otras mujeres candidatas; también influyó que el 2021 fue una contienda en donde por primera vez se permitió la reelección, entonces no era un piso parejo para otros aspirantes, y mucho menos para las mujeres, porque los expresidentes que se postularon ya contaban con un capital político y económico importante. 

También, algo de lo que me he dado cuenta en este entorno, es la influencia de la corrupción, sobre todo por parte de los presidentes en turno, quienes hacen acuerdos con los candidatos que han resultado ganadores, y mientras se sigan poniendo de acuerdo de esta manera, una mujer no va a llegar a la presidencia municipal (M. Rojas, comunicación personal, 12 de noviembre de 2024). 

De este valioso testimonio se resalta lo siguiente:

a) La política continúa siendo un pacto político sólo entre hombres que perpetúan su poder.

b) La paridad no es efectiva mientras los partidos políticos no la vean como un objetivo sino como una exigencia legal.

c) La cultura machista está impregnada en el sistema político de Xicohtzinco, que en esencia sigue siendo patriarcal.

d) Los hombres inmersos en política no priorizan hacer pactos con mujeres. 

13. Encuestas y otros testimonios

Este apartado muestra los resultados de entrevistas realizadas a cuatro varones del municipio de Xicohtzinco, quienes se han involucrado en diversos procesos electorales. Han militado principalmente en el pt, pan y prd. El rango de edad de los entrevistados oscila entre los 45 y 70 años, con escolaridad media superior y superior. Además, se aplicaron encuestas a 25 mujeres, de ellas 20 son jefas de familia. Ninguna ha tenido participación en algún proceso electoral. La edad de las encuestadas oscila entre los 27 y 65 años.

Las entrevistas y las encuestas tienen como finalidad contrastar la visión y la realidad política desde la óptica masculina y femenina; pretenden visibilizar la sobreexigencia y sobrevigilancia de las mujeres en los espacios públicos, además de identificar los factores de interseccionalidad que llegan a ser un obstáculo para la participación política de las mujeres en el municipio, mismos que no son percibidos por los varones. Lo cual resulta pertinente, pues se demuestra que la política municipal continúa percibiéndose y ejecutándose desde lo masculino, lo que disminuye la participación activa de las mujeres en el terreno político.

En este sentido, al realizar la siguiente pregunta a los varones: ¿Por qué cree usted que una mujer no ha logrado llegar a ser presidenta municipal de Xicohtzinco? Respondieron: 

Excandidato a síndico

El pensamiento machista que tienen muchos hombres del pueblo es lo que no permite que una mujer llegue a ser presidenta municipal, mientras que mucha gente no se quite esa mentalidad, incluso las mujeres, eso no se va a lograr. Pienso que las mujeres sí están preparadas, pero en cuestión de política, la mayoría de los hombres y algunas mujeres piensan que el varón es mejor para gobernar. Las mujeres no se animan a participar como candidatas, porque saben que no van a ganar y sólo participan las que sueñan o piensan que van a ganar. Creo que sí puede ganar una mujer, pero les falta capacidad para negociar y lograr el triunfo. Un ejemplo es la elección que acabamos de pasar: hubo seis mujeres candidatas y ninguna ganó, ganó otro hombre (G. Hernández, comunicación personal, 30 de septiembre de 2024). 

Expresidente municipal

Platicando con adultos mayores, el comentario que han dicho es que en estos tiempos no van a permitir que gobierne una mujer, pero yo, en lo personal, así como muchos hombres y mujeres jóvenes, creo que ya estamos en tiempo de que ocupe ese espacio una mujer, porque las mujeres son muy capaces, más dedicadas, administran más el dinero, son empáticas con los problemas, los asimilan con mayor capacidad y creo que ya es tiempo de darle la vuelta y que no nada más sea un hombre el que ocupe ese espacio. Pero a Xicohtzinco no ha llegado una presidenta, porque muchos adultos mayores piensan que no debe gobernar una mujer (V. Corte, comunicación personal, 6 de noviembre de 2024). 

Militante panista

El escenario político está garantizado totalmente, y en esa parte, las mujeres salieron ganando. Nada más que aquí la responsabilidad de la mujer debe ser un papel de eficiencia y de preparación, porque la fuerza de la ley las empuja para que estén presentes en el escenario político-administrativo, pero ya depende de ellas que sí se preparen. Cuando son candidatas qué deben hacer, prepararse para llegar al poder, por ejemplo la candidata de Morena tuvo todas las condiciones para estar ahí en la presidencia municipal. El caso de la candidata del pt fue lo mismo, pero ahí ya fue tema de ellas, porque no son personas que les faltaba experiencia, tuvieron todo para llegar, pero en este momento ellas no llegaron porque les faltó estrategia. En el caso de la candidata de Morena, le faltó ser más fría e integrar liderazgos que le pudieron haber sumado. Pero si ahora quiere llegar una mujer a la presidencia que ya fue candidata, debe sacar a flote la experiencia (O. Barranco, comunicación personal, 7 de noviembre de 2024). 

Ciudadano de Xicohtzinco

Ese tema yo lo he platicado mucho con los amigos. Primero que nada, creo que culturalmente el municipio, aunque digamos que no, tiene sus tintes machistas, y te voy a decir algo: las mismas mujeres, sobre todo la gente de edad, las señoras y gente que no es de estas nuevas generaciones, aún no cambian el chip de que no nos puede gobernar una mujer. Ahí, primero que nada, es un tema cultural de idiosincrasia, porque así fuimos educados, pero a nosotros ya nos tocó cambiar ese chip. En lo personal, a mí me tocó trabajar con mujeres en el gobierno, encontré muchas compañeras verdaderamente preparadas, a mí ya me tocó una nueva generación. En el plano laboral he palpado de plena voz que las mujeres tienen toda la capacidad; sin embargo, en Xicohtzinco las mismas generaciones de antes no aceptan.

Lo segundo, es que no hay una mujer que realmente haya querido ser presidenta, y no me refiero a hacer campaña, me refiero a una trayectoria en el municipio, alguien que tú digas: esa señora pues ha luchado, se ha sacrificado, ha trabajado por el pueblo y tiene la capacidad para gobernarnos. Son dos temas importantes, y el tercero, los momentos, porque la política es de momentos y circunstancias, y los momentos no se han acomodado para que una mujer sea presidenta (I. Díaz, comunicación personal, 6 de noviembre de 2024). 

De estos testimonios se rescata información muy importante. Podemos observar que desde el punto de vista masculino, las mujeres no hemos podido lograr el cargo de presidenta municipal debido a: 

a) Un tema de cultura machista presente en hombres y mujeres, principalmente adultos y adultas mayores.

b) La falta de capacidad de negociación y estrategia en la campaña política.

c) No existe formación política para desempeñar el cargo.

d) No hay mujeres que previamente hayan demostrado trayectoria en el municipio, lo que requiere de sacrificio, lucha y trabajo por el pueblo.

e) Las mujeres son poco frías para los temas políticos. 

Estos requisitos se suman al hecho de que se cree que las mujeres están en el escenario político porque la ley las ha empujado, no por interés propio. La política se sigue visualizando desde lo masculino, ya que los hombres piensan que las mujeres tenemos asegurado el espacio político, que no hay barreras estructurales que nos impidan acceder a la presidencia municipal. Más bien pareciera que se trata de características intrínsecas, como la falta de capacidad de negociación y estrategia, lo que no nos ha permitido ganar una elección. Se nos sobreexigen requisitos, que no les solicitan a los hombres, provocando una sobrevigilancia en las aspirantes y candidatas.

No obstante, cuando contrastamos con las respuestas de las encuestas aplicadas a las mujeres originarias de Xicohtzinco, difieren las causas expresadas por los compañeros varones: 76% de mujeres reveló que no se postularían a candidatas a la presidencia municipal, mientras que 24% sí lo harían. Como se muestra en la Gráfica 3.

La Gráfica 4 muestra que 36% de las encuestadas refirió que la causa por la cual no se postularían se debe a que las candidatas son muy juzgadas, hay burlas y violencia en su contra; 32% dijo no tener interés; 20% mencionó no saber nada de política y no tener dinero para participar en un proceso electoral, mientras que 12% se encuentra a cargo del cuidado del hogar. Como podemos ver, la falta de participación de las mujeres en la política municipal se debe en 68% a obstáculos estructurales e interseccionales, pero no por características intrínsecas, como la falta de aptitudes o capacidades, factores que mencionaron los testimonios de varones. Algunos de los obstáculos que atraviesan las mujeres son los siguientes:

a) Falta de formación política y financiamiento.

b) El sistema de cuidados que generalmente es asignado a las mujeres, lo que les deja poco tiempo para participar en política de forma activa.

c) La doble jornada, ya que muchas son jefas de familia, que además de trabajar deben cumplir con las labores del hogar.

d) La ridiculización en redes sociales.

e) La violencia digital y política de la que pueden ser objeto.

El 100% de las encuestadas cree que una mujer puede gobernar Xicohtzinco y que un hombre no es más apto para ser presidente municipal que una mujer, tal y como se muestra en las gráficas siguientes:

A pesar de que el total de las encuestadas perciben a una mujer con la capacidad para dirigir el municipio, revelan que una mujer no ha llegado a ser presidenta municipal principalmente por el machismo (56%); 36% piensa que se debe a la falta de oportunidades y apoyo de la familia y el pueblo. Lo revelador es que sólo 8% tiene la idea de que a las mujeres les hace falta capacidad para gobernar y hacer buena política, contrario a lo que mencionan los varones, pues si bien existe coincidencia entre ambos géneros en cuanto a que una causa fundamental por la cual las mujeres no han llegado a ser presidentas municipales es el machismo imperante en Xicohtzinco, no lo es la falta capacidad de negociación o estrategia en la política.

Las representaciones sociales de la mujer ponen el énfasis en una serie de valores y actitudes sociales formados en una sociedad dominada por hombres (Sainz, Fernández y Estramiana, 2007). Para la opinión pública, al ser sensibles, a las mujeres no les va bien en política y, por tanto, están supuestamente menos aptas para otro tipo de actividades consideradas “duras”, como la acción política.

Esta percepción se encuentra presente en una parte de la sociedad, por lo que resulta complicado para las mujeres el ejercicio político, debido a que su ingreso a la política está colmado de expectativas y, en consecuencia, existe la posibilidad de una sobrevigilancia respecto a su desempeño, con énfasis en sus errores y con el riesgo de que reciban una sanción social mayor en comparación con los hombres; este hecho puede provocar la deslegitimación de su imagen personal. La creencia de que no hay mujeres con las capacidades requeridas para ser candidatas, sobre todo a cargos ejecutivos, que no reúnen requisitos como la experiencia política, deviene en la percepción de que carecen de condiciones para asumir una responsabilidad política (Montero, 2022, p. 75). Los que creen que las mujeres no tienen experiencia en la política son sobre todo hombres y mujeres mayores, con bajos niveles de instrucción. 

En las sociedades actuales, el patriarcado ha sido altamente cuestionado, experimentando una crisis significativa; sin embargo, como todos los sistemas de dominación cuestionados, recurre a la construcción de nuevas instancias de legitimación y al reforzamiento de estrategias de control social. Por ello, las mujeres tenemos una ardua tarea que consiste en desmontar esas nuevas elaboraciones ideológicas y construir nuevas prácticas políticas que rompan el entramado institucional patriarcal. El feminismo tiene que crear espacios discursivos en la esfera pública a fin de modificar el componente patriarcal de nuestra cultura política (Cobo, 2001, p. 140). 

Conclusiones

La democracia paritaria no debería ser sólo una meta para las feministas o para las mujeres que pretenden ostentar un cargo de elección popular, sino que debería ser un objetivo legal y político. La inserción de las mujeres en el campo político se da en un espacio tradicionalmente masculinizado que se convierte en un escenario hostil. Las mujeres se incorporan al modelo sin cuestionarlo. Es un escenario cuyas reglas no pueden evadir, un modelo que se les presenta como la única alternativa de inclusión en un mundo político diseñado por y para los hombres. (Sánchez, 2020, como se citó en Montero, 2022, p. 88).

En Xicohtzinco se ha generado un sistema político patriarcal a través del cual el tejido político se construye a partir de la visión masculina, en el que las particularidades que atraviesan las mujeres no tienen cabida. Cuestiones como el sistema de cuidados, la doble jornada, el machismo, la violencia política de género y digital, son factores invisibilizados, pero presentes, dentro de la demarcación como se muestra en la información extraída de los testimonios y encuestas aplicadas en el apartado xiv de este trabajo.

El municipio presenta un sistema dominado por familias y líderes encabezados por varones, donde las mujeres han tenido 10% de participación en su historia política; sin embargo, como se muestra en las tablas 3 y 4 de este artículo, dicha participación se ha limitado a ostentar cargos en sindicaturas y regidurías; en gran parte, gracias a las diversas reformas legales y a la implementación de acciones afirmativas, pero aún no se ha logrado que encabecen la alcaldía. Esto debido a un abanico de barreras que abarcan condiciones estructurales, cualidades organizativas y cuestiones prácticas. Podemos categorizarlo en: 

a) Barreras culturales: en la población impera el machismo en hombres y mujeres, predomina la creencia de que el ámbito político compete a los varones.

b) Barreras institucionales: en los partidos políticos predomina la acción por obligación normativa. Muchas veces son los que despliegan un conjunto de obstáculos que dificultan la permanencia de las mujeres en lo político. Lo más crítico es que esta situación se naturaliza como algo esperable y normal; además, asumen la paridad como un mal necesario y piensan que es un acto de concesión y no una conquista de reconocimiento de derechos.

c) Barreras estructurales: las mujeres no participan en política debido a que son jefas de familia o están a cargo del sistema de cuidados (gráfica 4); además, no cuentan con el apoyo de sus parejas o miembros de la familia por el temor a que sean víctimas de la violencia simbólica que han sufrido otras candidatas y a las que hacen referencia Flores y Browne (2016).

d) Barreas financieras: debido a que las mujeres no cuentan con los recursos para financiar una campaña y no hay apoyo de los partidos políticos.

e) Barreras de autopercepción y educación: las mujeres creen que lo político es para los hombres, porque no hay puntos de referencia femeninos en el municipio; sólo han observado que lo máximo a lo que pueden aspirar es a ser candidatas y no alcaldesas, además, como lo menciona Cazarín (2018), autoperciben que eso no es para ellas y no lo lograrían porque no tienen experiencia, en parte por la estructura social en la que crecieron que en su mayoría ha sido machista, por prejuicios y por la falta de capacitación en el tema. 

El patriarcado se ha impregnado en varios ámbitos de la estructura política, social y cultural de Xicohtzinco; influye en la manera de relacionarnos, de autoconcebirnos como mujeres y como políticas; ha abarcado una visión de lo que debe ser y cómo debe de hacerse el gobierno, lo que ha forjado un lastre y un obstáculo para que en el municipio se construya y consolide la democracia paritaria.

Es importante que las instituciones y las leyes permitan trasladar todos los principios democráticos a la realidad. Proclamamos la necesidad de conseguir un reparto equilibrado de los poderes públicos y políticos entre mujeres y hombres (Báez y García, 2023, p. 83). Se requiere un nuevo salto normativo para garantizar la inclusión de mujeres en los órganos ejecutivos y, en general, en todas las estructuras del poder político. Hay que radicalizar la paridad. Debemos cuestionar y reformular el antagonismo en el que hemos sido situadas.

Xicohtzinco tiene una deuda histórica con las mujeres, pues en 82 años no ha tenido ninguna presidenta municipal; sólo ha permitido que 10% del total de la representación política en ayuntamientos sea para ellas en regidurías y sindicaturas, ya que en un periodo de 29 años, a partir de que llegó la primera regidora (1995) y hasta 2024, sólo 22 mujeres han ostentado un cargo en el ayuntamiento, mientras que los hombres lo han realizado 233 veces; por lo que alcanzar el mismo número de representación a este ritmo nos tomaría aproximadamente 307 años, considerando que por cada bloque de 29 años nos han representado 22 mujeres. Esto se aceleraría con la implementación de la paridad en la integración del cabildo, pero aun de esta manera, hablaríamos de siglos.

No es suficiente con la paridad vertical u horizontal, o las acciones afirmativas que se tomaron en 2024, porque no basta con garantizar que una mujer gobierne en aquellos municipios donde nunca lo ha hecho, sino que la ley debe ir más allá y garantizar que, una vez que una mujer gane la presidencia municipal, lo haga otra y no tardar 82 años en que nuevamente una de nosotras ocupe este cargo. Es necesario abrir la oportunidad, pero igual de importante es mantenerla a través de la alternancia, y que esa alternancia sea obligatoria.

Mi propuesta consiste en poner un límite legal en los periodos que un municipio pueda ser gobernado por un hombre, si se excede de ese lapso, la acción afirmativa en la que sólo pueden postularse mujeres a las candidaturas debe volverse obligatoria. Sólo así combatiremos los sistemas políticos patriarcales y la deuda histórica que Xicohtzinco y otros municipios de la región tienen con las mujeres.

El concepto de democracia paritaria trasciende lo meramente político y, por tanto, no puede limitarse a incrementar el porcentaje de representación política de las mujeres, sino que debe impulsar un nuevo equilibrio social entre hombres y mujeres, en el que ambos asuman responsabilidades compartidas en todas las esferas de sus vidas, públicas y privadas. El involucramiento de las mujeres en todos los ámbitos de la vida política es una condición necesaria para garantizar una sociedad verdaderamente igualitaria y consolidar la democracia participativa y representativa. La inclusión de las mujeres en la política fomenta sociedades más democráticas y la rendición de cuentas, puesto que se escuchan las voces y demandas de las mujeres, que constituyen aproximadamente la mitad de la población. (Barrientos, 2018, p. 109). Termino con un cuestionamiento de Rosa Cobo: ¿Es legítima una democracia que excluye a la mitad de su ciudadanía? 

Referencias 

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Testimonios (recabados por la autora en los meses de septiembre y noviembre de 2024).

Encuestas (realizadas por la autora del 13 de octubre al 10 de noviembre de 2024).

[1] Thalia Razo Romero es licenciada en Derecho por el TEC de Monterrey, con especialidad en amparo y procesal constitucional y Maestría en Derecho Público, ambas por la Ibero Puebla. es catedrática, abogada litigante en materia administrativa y laboral, además ha incursionado en la política defendiendo la igualdad de género. Registro ORCID:  https://orcid.org/0009-0002-8918-1268 

[2] La información de la participación política de las mujeres en los periodos que abarcan entre 1950-1952, 1953-1954, 1954-1955, 1956-1958, 1959-1961, 1962-1964, 1965-1967, 1968-1970, 1971-1973, 1974, 1974-1976, 1977-1979, se recabaron con el testimonio del señor José Gabriel Hernández.

[3] La información de la participación política de las mujeres en los periodos que abarcan entre 1980-1982, 1983-1985 y 1986-1988, se recabaron con el testimonio del señor José Flaviano Delfino Hernández, quien es sobrino del expresidente municipal Francisco Corté Hernández y Plácido Ortiz Corte.

[4] Información recabada con el testimonio del expresidente municipal Humberto Morales Rojas.

[5] Información recabada mediante testimonio del expresidente municipal Tomas Rojas Rojas.

[6] Información obtenida del testimonio de Aldrin Maccomish Domínguez, hijo de la señora Lucila Domínguez Encinas, primera regidora en la historia de Xicohtzinco.

[7] Información del Instituto Electoral de Tlaxcala (1999, p. 124) y del Instituto Electoral de Tlaxcala (1998, pp. 12, 23, 35).

[8] Información obtenida del Instituto Electoral de Tlaxcala (2001).

[9] Información recabada con el testimonio del expresidente Victoriano Corte Jaramillo.

[10] Información recabada del testimonio del expresidente Humberto Morales Badillo.

[11] Información recabada del ayuntamiento de Xicohtzinco (mayo de 2011, p. 1).

[12] Información obtenida del ayuntamiento de Xicohtzinco (30 de abril de 2014, p. 2).

[13] Información recabada del ite (2016, p. 95).

[14] Información obtenida del ite (2021, pp. 206-208).

[15] Información obtenida del ite (2024).

[16] Información recabada por el testimonio del periodista Germán García Flores.

[17] Información obtenida del testimonio de Mónica Rojas Grados, quien participó como regidora suplente de una planilla en esa elección.

[18] Información obtenida de hechos propios de Thalia Razo Romero, quien fue candidata a presidenta municipal en 2021 y 2024.

[19] Información obtenida de hechos propios de Thalia Razo Romero, quien fue candidata a presidenta municipal en 2021 y 2024.

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