Editorial
El feminismo busca cambiar el mundo: ni más que eso, ni mucho menos. De allí su condición de imposible satisfacción con las apuestas integracionistas a ese mundo hoy estructurado por la lógica de monopolio del mando, y entonces jerarquía y entonces vida en los márgenes para quienes apenas cumplen con las disciplinas de lo necesario, del adentro, de lo que algunos han dictaminado como «propiamente humano». Los feminismos, que han aprendido de la potencia de nombrarse en plural —lo que no significa dilución o tensión de los objetivos éticos últimos y sí cuestionamiento de la competencia y del individualismo como procedimiento único—, tienen muy claro el horizonte que los anima. La vida en igual dignidad para todas las personas es el objetivo y saben que este siempre se desliza un poco más lejos de lo que ya está al alcance de la mano. La constante ampliación sobre lo que se considera «dignidad humana» los mantiene activos en el pensamiento crítico sobre lo avanzado y en cómo se despliega la acción para ser consecuentes con proponer otros modos/otros escenarios/otras relaciones/otras maneras de vivir ante lo que no los satisface en el ahora.
Considerando esa trayectoria que nos lleva hasta el siglo XVIII, notamos la constancia que ha sostenido la tradición de pensamiento y acción feminista en la labor demandada para transformar nuestros mundos. Primero, esta tradición ha desestabilizado la apropiación de la palabra. Arrebató el altavoz que estaba en manos de unos cuantos, para señalar lo que resultaba insoportable en las experiencias de las mujeres y de todos los «otros» del patriarcado. Ha construido, en seguida, categorías estratégicas para denominar y ahondar en lo que claramente ha visualizado como relaciones de poder —situaciones por supuesto negadas en cuanto tales por sus gestores y beneficiarios y también, casi siempre, invisibilizadas o subvaloradas por el conocimiento académico—. Creados mediante el ensamble de múltiples aportes, tales marcos nos siguen agudizando la mirada y nos permiten observar terrenos hasta ahora poco o nada explorados como resultado de maniobra humana.
Las palabras y el pensamiento feministas, en derivación, han cuestionado las fórmulas institucionalizadas en la academia, en la organización de lo colectivo, en la gestión de lo prioritario y, también, en los repertorios empleados para las resistencias. En suma han reconstituido, y siguen reconstituyendo, lo que consideramos político. Ciertamente, esta tradición ha develado que hay poder en donde se decía que sólo habitaba el dominio de la naturaleza o el azar y que existen puentes entre lo que sucede en la relación intersubjetiva y lo dimensionado en los pactos culturales más abarcadores. Ha demostrado también que las instituciones público-políticas están atravesadas por sesgos androcéntricos y, afrontando múltiples contestaciones, ha conseguido que se traten como asuntos de Estado aquello que antes era convenientemente decretado como secundario o de imposible reforma por operación en el corto plazo.
Desde mediados del año 2010, América Latina ha sido el nicho fundamental de una abundante y creativa movilización de protesta modelada por mujeres feministas. Un momento que se nutre de la tradición de pensamiento y praxis política de la que venimos hablando y que denominamos Cuarta Ola de los Feminismos. En este número de Incidencias nos interesa explorar los diferentes impactos sociopolíticos de tal movilización de emplazamiento urbano y protagonismo de poblaciones juveniles. Nos convoca reconocer las herencias que le inspiran, las tensiones, retos y paradojas que pueden habitarle, y las innovaciones e invitaciones a crear otro mundo que nos ofrece.
Siguiendo el modo de actuar al que da lugar la ética feminista, hemos contado con la generosa donación del trabajo artístico de Marejada para acompañar las contribuciones que conforman este dossier. Su modo de creación y práctica curatorial en horizontalidad, y en recuperación de lo genial que habita en los márgenes, dan cuenta de cómo se construye otra lógica de relacionamiento desde los feminismos:
“Marejada. Indisciplina con perspectiva de género es una plataforma curatorial creada en marzo de 2019, enfocada en las prácticas artísticas contemporáneas realizadas por mujeres de las periferias de América Latina.
A través de 5 formatos de trabajo —orientados a la investigación, socialización, producción de exposiciones, las pedagogías y el trabajo documental y de archivo—, busca abrir espacios seguros, libres de competencia, inclusivos y críticos en torno a los feminismos, la memoria, la cuerpa, los afectos, el territorio y la diversidad sexual.
Hasta el momento se ha tenido incidencia con: 13 exposiciones, 2 laboratorias y 3 publicaciones.
La última publicación de Marejada lleva por título Somos margeniales. Soy la mujer que hace arte de la nada, resultado de las 2 laboratorias generadas durante la pandemia y que contiene el trabajo artístico de más de 100 mujeres, adicionalmente cuenta con un repositorio.
El repositorio se crea durante la laboratoria de 2021, cuya organización implicó dividirse en equipas para enriquecer el intercambio de ideas. Cada equipa determinó organizar una colección y archiva bajo un concepto:
1- Nuestra cuerpa; sus ancestras, saberes y territorios
2- Mujeres que luchan
3- Creaciones colectivas de mujeres
En 2022, cada una de las participantes agregó y catalogó su Archiva y Colección, ya fuera de su acervo personal o de otras artistas a quienes invitaron a formar parte del repositorio.
Hasta el momento el repositorio cuenta con 258 obras catalogadas en la sección de colección y 239 en la sección archiva. Se puede revisar a través de un QR y es de acceso libre.
Tras la exploración del repositorio se podrá vislumbrar la dimensión política de Marejada, al mostrar lo que es hacer arte desde la periferia y lo margenial y ser un espacio alterno a la centralidad, que se genera desde lo complejo de la cotidianidad que atraviesan las mujeres artistas.
Invitamos a las personas lectoras de Incidencias, lo consulten y acuerpen el trabajo de mujeres que se asumen margeniales y sigan el trabajo curatorial de Marejada, cuyo planteamiento de archivar y catalogar es un acto de lucha y resistencia que impacta en la memoria.
Paola Eguiluz y Rosario Torres”
En estrecha conexión con las ideas y sensaciones que nos comparten cada una de las autoras y las artistas que asistieron a nuestro llamado, Incidencias se hace cargo nuevamente con este número del pedacito de mundo que desde la creación académica nos sentimos llamadas a transformar.
Nathaly Rodríguez Sánchez
Directora[1]
[1] Politóloga egresada de la Universidad Nacional de Colombia, y maestra y doctora en Historia por El Colegio de México. Sus campos de interés investigativos giran en torno a la historia de las mujeres, los feminismos, el género y la diversidad sexual en Hispanoamérica. Actualmente se desempeña como Académica Investigadora de Tiempo Completo del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana Puebla, es miembro del Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras del Conahcyt (Nivel I) y es directora de Incidencias desde 2021.
Correo electrónico: 711969@iberopuebla.mx.