Los cuidados son una forma que toma la interdependencia

Entrevista con la Dra. Amaranta Cornejo Hernández[1] por Fernanda Suárez[2]

La entrevista con la Dra. Amaranta Cornejo muestra el proceso de una noción ampliada de los cuidados en diversas escalas: personal, colectiva, como investigadora y docente. Esta conversación surge mediante la relación estudiante-profesora cosechada durante los espacios de tutoría de mi paso por la maestría, contexto jerarquizado que fuimos transformando en un vínculo de reflexiones compartidas.

Cuidados e investigación

Fernanda Suárez (FS): Desde tu perspectiva feminista, ¿cómo entiendes los cuidados?

Amaranta Cornejo Hernández (ACH): Partí de la categoría de análisis de los cuidados o del trabajo de cuidados con la investigación que hice durante la pandemia, viendo cómo teníamos una necesidad creciente de cuidarnos en los entornos digitales. No solamente de seguridad digital, sino de cómo cuidarnos en el no abuso de nuestra energía vital, en el no diluir los espacios ya diluidos por trabajar en casa. Ahí empecé a reflexionar desde la idea del cuidado hacia una misma. Regresé a otra categoría que es la del trabajo, porque reconocía que el estarnos cuidando en medio de la pandemia, en el sentido de cuidar nuestro bien-estar,[3] era una actividad que demandaba energía, tiempo y conciencia, para poder seguir reproduciendo nuestra vida doméstica, íntima, individual, afectiva, pero también productiva.

            Las feministas materialistas venían hablando desde el siglo pasado de la reproducción, ahí emergían los cuidados, y como todo sistema de dominación, que es el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo, se apropia de estos discursos y genera una corriente que es la economía de los cuidados para instrumentalizar todas esas luchas de mujeres en distintos lugares del mundo, y refuncionalizarlo para beneficio de este sistema imbricado. La economía de los cuidados mira sólo una parte pequeña y lo hace de una manera sesgada; es decir, sigamos reproduciendo este sistema.

Los cuidados son una categoría política porque se trata de quiénes pueden cuidar y en qué condiciones cuidan. Estoy pensando en una compañera joven, Amalia De Montesinos (2023). Ella analiza la experiencia como acompañante de grupos de mujeres que sus hijas fueron víctimas de feminicidio y pone en el centro cómo el cuidado es una acción política que nos permite vincularnos a partir de la vulnerabilidad. Ésta es otra postura que está impugnando a los cuidados, no como una acción que permita la reproducción de la fuerza de trabajo, sino como una acción que permita la continuidad de la vida, incluso en contextos de muerte, como es México, donde hay 12 mujeres asesinadas al día. Por eso, para mí, en este momento los cuidados son acciones políticas que están disputando al sistema imbricado la potencia de reproducir la vida de manera consciente y compleja.

Otro antecedente es el de las hackfeministas. En el verano de 2019 nos convocaron al Encuentro hackfeminista. Tecnología y afectos. ¿Cómo bosquejar políticas de la co-responsabilidad? Ahí pensamos en cómo internet también es un espacio de disputa, porque está siendo privatizado y se han instaurado unas jerarquías muy fuertes entre los creadores de software; hombres blancos, heterosexuales del norte, y quienes lo consumimos. Emergió para mí con claridad que internet no es un espacio etéreo. La nube no son solamente máquinas y cables, son también bienes naturales. ¿Cuántos bienes naturales implica tener un smartphone y que tengamos almacenadas fotografías o archivos? ¿Cuánta gente tiene que trabajar para que podamos tener un chip? Ahí emergen también los cuidados de una manera, desde Entramados Comunitarios[4] se estaría planteando en términos de interdependencia, que no es solamente cómo me cuido para que no esté yo conectada más de 14 horas al día, porque eso también implica un consumo energético de bienes naturales: la luz, el agua, el desgaste de los aparatos, que son minerales. Y hay personas que no pueden decir: “No voy a trabajar 14 horas frente a la pantalla porque si no, no puedo sostenerme en la vida, pagar renta, comprar comida, mantener a la gente que depende de mí”. Ahí hay una tensión fuerte entre lo individual y lo colectivo.

FS: Siguiendo este hilo de reflexión, y en relación con tus investigaciones con mujeres rurales y la defensa del territorio, ¿cómo comprendes las luchas y la defensa en relación con los cuidados?

ACH: En el proceso de investigación colectiva en el que estoy ahora en Jalisco, en la cuenca alta del río Santiago, estaba pensando cómo desde mi experiencia en Chiapas, hastaa esta en la cuenca del río Santiago, hay un transitar entre la defensa y la lucha, que no es lo mismo, tienen matices distintos.

La lucha me gusta pensarla en términos de lo cotidiano; es una lucha permanente porque estamos constantemente asediadas por un sistema que sólo busca dominar y extraer energía, que es este sistema imbricado. Entonces, la lucha no es únicamente salir a la calle, es estar de forma permanente ahí, impugnando en la medida de lo posible, subvirtiendo todo el tiempo y de manera colectiva.

Con las compañeras en Chiapas significaba luchar para que fuera reconocida su palabra en las asambleas. Estas compañeras en Chiapas no tenían el derecho de la palabra dada. Entonces, tuvimos todo un proceso de reconocer nuestra voz, incluso nosotras como académicas, trabajando con ellas dijimos: “No siempre sabemos que tenemos esa voz, esa potencia política”. Fue una lucha con ellas en la que compartimos el reconocer nuestra voz y anunciarla en todos los espacios.

La defensa pareciera que fuera preservar el territorio y el territorio no es sólo un conjunto de bienes naturales, sino que es también un entramado de relaciones sociales y relaciones interespecie. A partir de la experiencia de trabajo, tanto en Chiapas como ahora en Jalisco, la defensa es una acción colectiva para no preservar el territorio tal como está, sino regenerar equilibrios que sean mejores para ese territorio.

Pensando en la cuenca del río Santiago, que es un río que durante décadas ha sido contaminado por el segundo corredor industrial más importante de México, el hecho de que haya un corredor industrial quiere decir que hay una lógica de extractivismo descarnado, y se conjunta con dinámicas de exclusión de la población porque no tienen acceso a la salud para tratarse las enfermedades derivadas de la contaminación, y también está el crimen organizado. La defensa del territorio ahí no es decir, “Vamos a hacer que regrese a un estado como era antes”, es vamos a defender el territorio poniendo en evidencia lo que está pasando ahora. Entonces, hay una idea de defensa sobre cómo ir y estar disputando los términos por cómo se reproduce la vida, mientras que la lucha es una actividad cotidiana, porque estamos en un sistema donde hay una guerra permanente.

Aquí los cuidados de nuevo emergen de manera compleja. Retomo extrapolando la propuesta de Amalia De Montesinos, el cuidado como una acción política que nos permite ver la vulnerabilidad. Partir de la vulnerabilidad es vamos a cuidarnos y vamos a cuidar este entramado interespecie, no para que pueda seguir siendo sacrificado, sino para poder disputar los términos bajo los cuales se va a reproducir la vida. El cuidado no es algo individual, y ahí nos conectamos con la vulnerabilidad. La vulnerabilidad no es una esencia, porque se da siempre en relación con algo o alguien más, los cuidados también. Los cuidados son una forma que toma la interdependencia.

En estos trabajos que me llevan a los territorios, los cuidados pasan desde ¿cómo me vinculo con las personas que están ahí? ¿Cómo manejo la información que generamos de manera conjunta? ¿Cómo cuidamos nuestra energía vital, la información que se va a manejar de manera pública, el uso de bienes naturales? ¿Cómo nos cuidamos desde el nivel de toxicidad, hasta agentes que vienen y agreden: militares, policías, paramilitares en Chiapas?

El cuidarse no es solamente preservar nuestra integridad física, sino relacionarnos en ese cuidado. Tiene que ver con lo que Raquel Gutiérrez (2022) menciona en el reconocer la diversidad para encontrar las semejanzas y no producir la igualdad. Si queremos igualarnos no vamos a poder cuidarnos y la acción de cuidarnos se va a convertir en una pelea para hacer las cosas de la misma forma, y hay quienes pueden y quienes no, hay quienes tienen otras capacidades y conocimientos que vienen a reforzar.

Vulnerabilidad

FS: Silvia L. Gil (2013) nos invita a reconocer la vulnerabilidad que habitamos como cuerpos que pueden ser afectados, y cómo el ser afectados puede ser un espacio para la acción común. ¿Cómo comprendes la vulnerabilidad desde su posibilidad?

ACH: Hablar desde la vulnerabilidad invierte la mirada. Estamos en una narrativa de la modernidad, partimos de lo que podemos hacer, nuestra acción de transformar e incidir. Pero si nos pensamos desde la vulnerabilidad, es reconocerme como vulnerable para entonces bajarme de este pedestal de la humanidad todopoderosa que conquista, extrae, transforma y capitaliza. Pensándolo desde lo humano, parte de reconocer la desigualdad en la que también estoy colocada, no siempre estoy, ni quiero estar arriba del todo y de todas y todos, sino que es reconocer en qué lugar estoy y desde ahí cómo estoy mirando al mundo y cómo estoy produciendo relaciones sociales o interespecie.

Retomo a Amalia De Montesinos donde ella, a partir de su trabajo como acompañante en la Colectiva de Las Siemprevivas, dice: “reivindicamos nuestro derecho a ser vulnerables”, como mujeres en México somos personas vulnerables porque estamos rodeadas por un entorno patriarcal que agrede hasta el límite de asesinarnos. La conversación que tenemos con Amalia es reconozcámonos vulnerables, y ahora cómo autorregulamos esta vulnerabilidad. Si reconocemos la vulnerabilidad como una potencia, abre la puerta para una relación de automodulación recíproca. Digo con Amalia, no es sólo reivindicar el derecho a ser vulnerable, sino reconocer que esa es una de nuestras condiciones en la vida.

Docencia

FS: ¿Cómo emergen los cuidados en tu práctica docente? 

ACH: Ahora tengo la palabra para poder nombrar un tipo de práctica que es el affidamento[5] que busca producir confianza profunda a partir de recordar a las que a mí me formaron. Conmigo vienen muchas, y me formaron no sólo porque hayan sido mis maestras o mis tutoras, sino las amigas también, mi mamá y mis abuelas. Ahí el affidamento cobra todo el sentido, porque es recordar que yo también fui estudiante.

            En los niveles de posgrado la jerarquía te la recuerdan. Entonces, es recordar esto y todas las angustias que produce esa jerarquización. Las mujeres nunca vamos a tener ese reconocimiento. Es recordar, todo lo feo que puede ser, lo duro, lo vulnerable que estamos ahí, y recordar todas las prácticas que yo recibí para poder sostenerme. Si yo recibí eso, ahora me toca compartirlo. Ahí el affidamento se muestra con luces porque es una práctica política de la relación entre mujeres. Hasta ahora he tenido solo estudiantes mujeres en las direcciones de tesis, pero también con los chicos en el salón de clases, porque doy clases a hombres y a mujeres, no me ha tocado ninguna disidencia sexual. Finalmente, ahorita que nosotras estamos conversando, es parte de eso, hay una jerarquía institucional y hay unos años más de experiencia también, pero si me encierro, entonces no puedo aprender contigo.

            El espacio de la docencia para mí es un espacio de lucha, porque vemos relaciones jerárquicas que instauran otrxs colegas, y es eso lo que no queremos. Hay un cuestionamiento a cómo nos relacionamos y también en términos de prácticas pedagógicas. La academia es un espacio de lucha cotidiana porque la universidad es patriarcal. Se basa en jerarquías, en relaciones de dominación y de extractivismo. Esta parte sensible nos lleva a producir el conocimiento de otra forma, y eso es una disputa: ¿cómo validamos estas otras formas de producir conocimiento?

Referencias

Gil. S. (2013). ¿Cómo hacer de la vulnerabilidad un arma para la política? Diagonal. Recuperado de www.diagonalperiodico.net/blogs/vidasprecarias/como-hacer-la-vulnerabilidad-arma-para-la-politica.html

Gutiérrez, R. (2022). Carta a mis hermanas más jóvenes 2. Amistad política entre mujeres. México: Bajo Tierra Ediciones.

Librería de Mujeres de Milán (2004). No creas tener derechos. La generación de la libertad femenina en las ideas y vivencias de un grupo de mujeres. España: horas y HORAS.

De Montesinos, A. de (2023). Políticas afectivas de la piel delgadita: tramas de acompañamiento y trabajo de reproducción ante las violencias feminicidas en un México en guerra [Tesis de maestría]. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego.

Pérez-Orozco, A. (2014). Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños.

Sursiendo, Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir y Tecnológico de Monterrey (11 a 13 de julio de 2019). Tecnología y afectos. ¿Cómo bosquejar políticas de la [co]responsabilidad? [Encuentro hackfeminista]. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México.

[1] Doctora en Estudios Latinoamericanos por la unam, maestra en Desarrollo Rural por la uam-Xochimilco y Licenciada en Lengua y Literatura Inglesa por la unam. Es académica feminista interdisciplinaria que construye desde las teorías de género, los feminismos, la comunicación radical y las emociones sociales.

[2] Es de oficio bordadora y dibujante. Maestra en Comunicación y Cambio Social por la Universidad Iberoamericana Puebla y Licenciada en Artes Plásticas por la Universidad de las Américas Puebla. En sus procesos de investigación-creación explora la transdisciplinariedad, los feminismos, las emociones y afectos. Correo: fer.suol9@gmail.com, ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8781-9155

[3] El guion hace referencia a la idea de Amaia Pérez Orozco (2014) sobre el bien-estar en contraste con una noción de bienestar instrumentalizada por el capitalismo.

[4] Seminario permanente de investigación que tiene sede en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en la ciudad de Puebla, México.

[5] Affidamento es un término que acuñan las mujeres de la librería de Milán (2004) sobre una forma de relacionamiento entre mujeres. El término es semejante a los conceptos “confiar, apoyarse, dejarse aconsejar, dejarse dirigir” (p. 7).

Fernanda Suárez

Es de oficio bordadora y dibujante. Maestra en Comunicación y Cambio Social por la Universidad Iberoamericana Puebla y Licenciada en Artes Plásticas por la Universidad de las Américas Puebla. En sus procesos de investigación-creación explora la transdisciplinariedad, los feminismos, las emociones y afectos.

https://orcid.org/0000-0001-8781-9155
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